La victoria de Junín canto a Bolívar

De allí que Bolívar en su primera carta al poe– ta desde el Cusco, considerara que del campo de Junín había hecho Olmedo escenario de combate troyano y de las figuras de los patrio– tas, estampas de los legendarios personajes ho– méricos. "Si yo no fuese tan bueno y usted no fuese tan poeta, me avanzaría a creer que usted había querido hacer una parodia de la Ilíada con los héroes de nuestra pobre farsa". Olmedo puso en juego los sentidos y las vi– siones de América en armas contra la opresión; y fue la suya poesía patriótica como alta expre– sión literaria de la Emancipación Americana. Píndaro era el más lejano antecedente; el más cercano, Fernando de Herrera, que estaba ya presente en el adjetivar de poetas como Ercilla, Oña y Hojeda, en la etapa colonial. Ricardo Palma tiene una tradición dedica– da a San Francisco de Quito, que titula "El Cris– to de la Agonía", donde al presentarnos a Mi– guel de Santiago, se refiere a Pichincha, a la li– bertad americana y a Olmedo, a quien, en algu– na otra, nos lQ retratará nostálgicamente como maestro universitario en el Convictorio Caroli– no y en San Marcos, por donde deambulara el poeta que era a la vez maestro de lengua y li– teratura. La tradición "El Alma de Tururuto", dedicada a Guayaquil, le sirve para hablar, asi– mismo, del Ecuador y en particular del Guayas, -9-

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