La victoria de Junín canto a Bolívar
A quien ya cede el águila el imperio, Vedle cual desplegando en nuevas galas Las espléndidas alas Sublime á la rejion del Sol se eleva Y el alto augurio que os revelo aprueba". "Marchad, marchad, Guerreros, Y apresurad el dia de la gloria : Que en la fragosa márgen de Apurímac Dijo el inca. Y las bóvedas etéreas Con palmas os espera la Victoria". (34) De par en par se abrieron, En viva luz y resplandor brillaron Y en celestiales cantos resonaron. Era el coro de cándidas Vestales; Las vírgenes del sol, que rodeando Al Inca como á Sumo Sacerdote En gozo santo y ecos virginales (34) Aquí concluye el vaticinio del Inca, que será acaso censurado por su demasiada estensión: y no sin justicia. Pero ¿no se perdonará a un Inca que antes de pronunciar el grande oráculo, objeto de su aparición, exhale algunas quejas al ver por la primera vez los fulgores que fueron el teatro de los horrores de la conquista? ¿No se perdonará a un buen padre y a un buen Rey, lamentar antes de todo la suerte de sus hi– jos y de su pueblo? ¿No se perdonará a un guerrero alentar el valor de las tropas con el recuerdo de ·agra– vios pasados, aunque sean sucesos muy conocidos de la historia de su país? ¿No se perdonará á un ancia– no el ser prolijo en sus discursos, y á un sabio de - -51 -
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