Los ideólogos: Cartas americanas

92 MANUEL LORENZO DE VIDAURRE la metempsicosis conspira a ello sobre manera. El orgulloso teme su trans.. migración en un asno sujeto continuamente al látigo del implacable peón. El voluptuoso se mira convertido en cerdo asquerosísimo y sumergido en un albañal. Mira el avaro una hormiga que trabaja sin descanso, y carga un peso superior al que tiene su cuerpo, y se horroriza al sospechar puede ser aquel su destino. Los irracionales mismos, serán vistos con mayor com– pasión. Todos temerán oprimir unos desgraciados que padecen en esos cueTpos. Nuestros sentimientos para las almas del purgatorio, serán los que tengamos para los brutos. Quién sabe si esparcida esta doctrina vol– vía el hombre a mantenerse de yerbas y frutos, y renuncia para siempre el alimento grosero de las viandas. Un argumento únicamente hallo terrible contra mi opinión. Es es– te: según mi discurso las almas de los hombres y de los brutos son iguales. Toda la diferencia consiste en la variada organización. ¿Y las almas de aquellos cuerpos que nunca estuvieron en los hombres, qué destinos les da– mos? Pensaré la respuesta mientras me convencen que la materia puede pensar. Por ahora sólo puedo decir que el hombre jamás alcanzará los secretos de Dios. Que concibo que este es uno de ellos y que usted crea firmemente que soy su verdadero amigo y seguro servidor que su mano besa. SOBRE LA AUTORIDAD QUE TIENE EL MARIDO ENLA MUJER Miércoles 13. Escribe un filósofo, "El más encantador objeto de la naturaleza, el más capaz de mover un corazón sensible, y de conducirlo al bien, lo ase– guro, es una mujer amable y virtuosa". ¿Mas este objeto dónde reside? En el momento que se entienda que estas palabras a la letra son de Rou– sseau, se dirá que además de ser un gran impío, es también un calumniador contra un sexo, que según Montesquieu contribuye al placer universal y a las fuertes delicias de su dueño. Pero si se dice que Salomón entre mil hom– bres halló uno bueno, y entre tantas mujeres ninguna, será preciso o creer– lo o negar que los libros de la Sabiduría son divinos. Han sido las mujeres objeto de la meditación de muchos sabios. La sola cuestión, si sería útil enseñarles las artes y las ciencias, ha ocupado ex– celentes plumas con diversos pareceres. Un protestante a fines del siglo XVI escribió probando que no eran racionales. Así lo creen los mahome– tanos, y entre ellos es tradición universal que no entran en el paraíso. Co– rrió la obra en diversas lenguas, hasta que el libro fue condenado por el

RkJQdWJsaXNoZXIy MjgwMjMx