Los ideólogos: Cartas americanas

CARTAS AMERICANAS 103 El premio era arreglado a la clase del servicio, y de allí dimana la admira– ble distinción de coronas. El capuchino se flagelará a sus solas. El ciuda– dano en una monarquía moderada desea distinguirse, aumentando su honor personal y el de su familia. Estos pequeños tiranos que S. M. consiente entre nosotros, son los que fomentan la independencia. No todos toman como yo el miserable con– suelo de escribir a un amigo. Cuando llegan a prohibirse las acciones indi– ferentes y aun las justas, los partidos que se eligen son terribles. Conoce el hombre que el depósito que hizo de una parte de sus derechos, no ha sido para asegurar el resto, sino para perder el todo. Halla sobre sí infinitas obli– gaciones violentas, y a las que no ha prestado su consentimiento. ¿Quién se allanaría a vivir en sociedad sabiendo que no le era consentido defender– se de la calumnia, del robo y de otros atentados? Debe el americano sufrir estos excesos y aún dar gracias a sus opresores. ¡Reyes de España os en– gañáis! Las Américas serán necesariamente independientes, si la justicia y el gobierno se confía a N ... y A... Lo he pronosticado muchas veces co– mo a usted con la mayor verdad que es la única persona en cuyo corazón derramo con la mayor confianza mis penas, y cuya fina correspondencia es un asilo que no se atreven a quitarme mis diabólicos contrarios. ARTICULO COMUNICADO Señor Editor: Ha llegado a mis noticias que se coloca mi familia en el número de las auxiliadas con las limosnas que se distribuyen por los señores Elizaldes, y no me es permitido apoyar con mi silencio una equivocación de esta cla– se, cualquiera que sea su origen. Teniendo como tengo cuatro mil pesos de sueldo, con ellos no solamente vivo, sino que procuro ceñirme y economi– zar para poder mantener diariamente tres soldados, como hace tiempo lo estoy ejecutando, y sería una inconsecuencia manifiesta en mí que tenien– do lo necesario, intentase tener parte en un dinero destinado a socorrer a los verdaderamente pobres a quienes auxilio también según puedo. DISENSO DE LOS PADRES Noche del 8 de Agosto, a las nueve. Amigo mío: Parece que a nuestro militar Cazcan no le queda otro remedio que el salto de Leucadis. Puede ser que no sea tan peligroso, pero que surta el mismo efecto. El virrey, me dicen, determina remitiTlo con nuestras

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