Los ideólogos: Cartas americanas

122 MANUEL LORENZO DE V IDAURRE débil voluptuoso, preocupado, y como se refiere en Tiberio, ven con fasti– dio su abatimiento y servidumbre. En la noche los conducirán a esas so– ciedades en que el licor, las músicas, las perspectivas, los bailes y la impú– dica unión de los sexos embriaguen sus sentidos. De allí pasarán a las cár– celes, seTán secuestrados sus bienes, sufrirán el peso de grandes impuestos, tendrán que dar gracias al ver deshonradas sus mujeres y sus hijas, y ser– virán voluntarios de instrumentos viles a las fantasías de un tirano. Si éstas son las evidentes consecuencias que trae consigo el furor por los espectáculos, justamente los proscribo y abomino. Me estremezco cuan– .do .'veo que se corre a ellos en los días más de luto y de dolor para la pa– tria. Cerraban en estas ocasiones los gentiles sus teatros. Urías no tuvo por honesto dormir en el regazo de su esposa estando la arca en peligro, y expuestos a la mueTte los valientes de Judá. Esta máxima justa y santa se trasladó a nosotros, y se observó religiosamente por muchos siglos. Concluyo con dos reflexiones: primera, que para la predicción del is– raelita no se necesitó que fuese iluminado: su consejo no sale de la clase de una regla muy general de política. Es la segunda, que nuestro amor crecerá en más pUTa llama, y será más digno, olvidados nuestros sexos. No conozcamos otro enlace que el de una virtuosa y firme amistad, y así seremos piadosos, buenos padres de familias y excelentes ciudadanos. SOBRE CONTRIBUCIONES Sábado 23. Juan J acobo Rousseau, amigo mío, conocía perfectamente el cora– zón del hombre. Antes que él, lo había estudiado Nicolás Maquiavelo. Ambos están persuadidos que el interés privado ocupa más la atención de los ciudadanos que los males públicos, los efectos morales y políticos de la tiranía. Un usurpador se mantendrá en el trono si respeta las propiedades. Poco importa a lo común de las gentes el nombre que tenga el rey. Con tal que se les gobierne con justicia y moderación, les es indiferente que la dinastía sea antigua o nueva. No se han fijado en mi estas sentencias del modo maquinal que repiten los niños el catecismo. Yo he estudiado como ellos la historia, y he conocido que las pasiones son iguales en los pueblos según su estado de virtud, y corrupción. Español como pocos: decidido por la permanente unión de los reinos donde nacieron nuestros padres con los que habitamos; los golpes del mal gobierno son lanzas que penetran mi corazón. Está la América recargada de derechos, y se han extendido sobre el pan, el alumbrado y las casas. Ja– más habrá razones que puedan convencer, decía el filósofo que cité al

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