Los ideólogos: Cartas americanas

CARTAS AMERICANAS 151 Ha muerto desnudo, hambriento y pobre, sufriendo peTsecuc10nes por la justicia. El es bienaventurado. ¡Infames atroces, la posteridad de este presbítero será igual a la de sus opresores! ¡Humanidad angustiada, no te quejes tanto de los tiranos, como de los falsos filósofos que negando la inmortalidad del alma, privan a los infelices de su único consuelo! Si la providencia no castiga aquí estos veTdugos, lo debe hacer en el siglo que no acaba. En él nos gloriaremos al ver premiada la virtud, y castigados los malefactores. Nos revestiremos de los atributos del Señor. Es su glo– ría igual en el premio y el castigo. Estos son los dogmas de que usted por tantas veces ha hablado, al que será firmemente su fiel amigo. SOBRE LA CONDUCTA DE LAS TROPAS DE BUENOS AIRES EN CHILE Miércoles 15. Ya el destino de la América, amigo mío, se decidió: dichoso el que pueda huir de estos desgTaciados países. El toxin no cesará mientras exis– tan un español y un americano: diré mas bien mientras existan los ameri– canos. Siempre fui opuesto al sistema de la independencia, porque cono– cía sus resultas. Mis pensamientos en el concordato se realizarán. Pue– de ser que concluya la dinastía legítima de los BOTbones; pero acabarán con ella nuestras familias. El conocimiento del hombre me hace asegurar que jamás habrá moderación en el fuerte y vencedor. Ellos son unos mis– mos en todas las edades. No han variado sus vicios: son siempre idénti– cos aunque con diferentes vestiduras según varía la policía y costumbre. Reinó el deseo de dominar en Grecia y en Roma, en España y en Francia. Esta misma inclinación se descubre en la América. Buenos Aires determi– na el ser señor, antes de dejar de ser esclavo. Aún no ha roto las cade– nas, y las quiere poner a otros. ¿Serán sus hermanos tan ignorantes que indefensos le presten las manos y los pies? ¡Que error! El monarca debe hallar nuevos partidarios en los que combatían contra sus banderas. Du– rará la guerra hasta nuestro último aniquilamiento. Cuando Philomenes libertó a los lacedemonios del poder de un tira– no rehusó el gran presente que le ofreciernn los agradecidos. Virtuosa con– ducta que debía servir de ejemplo a los que quieren hacerse de prosélitos. Ella es toda opuesta a lo que los porteños practican en Chile. Estos hom– bres que pueden tener mucho valor, pero carecen de ilustración en lo abso– luto, fuernn llamados como auxiliares. Logran una inesperada victoria, y en el momento dan a conocer los riesgos que el secretario de Florencia pro– nosticó a lo que se valen de esas tropas. Conocen la debilidad de los con-

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