Los ideólogos: Cartas americanas

22 1Y1ANUEL LORENZO DE VIDAURRE Cuantas pruebas puede exigir el mismo Pirronismo las hallo en la escritura. No habiendo sido los padres otros que Adán y Eva, el mundo se propagó por la unión de os hermanos. Decir que el Señor dispensó en este caso por la necesidad, es una injuria que toca en blasfemia. Es supo– ner a este Creador y Legislador el más sabio y más perfecto, o ignorante o impotente. ¿Nos hemos de persuadir que en el momento de establecer con el hombre el derecho natural, dispensaba en él? ¿Qué legislador humano fue tan limitado que en el día en que publica su código, ya se hallase por un caso muy común obligado a violarlo? ¿Pondría Dios como pecado gra– ve en los descendientes, lo que estaba ordenado, y mandado a los padres? Aquí no tienen lugar los sofismas nacidos de las palabras permisión y tole– rancia. El Señor expresamente dijo, creced y multiplicaos: esto es, herma– nos, uníos con vuestras hermanas. Podemos asegurar si no admitimos a otros primeros padres, que en favor de estos matrimonios, hay un precepto, y que no ha habido otro contrario. Fácil le hubiera sido al ente perfectí– simo que crió la materia y le dio forma, y, lo que es más, crió y cría las al– mas, proveer a la propagación sin quebrantar su propia ley. Razones tan sólidas no se destruyen con las distinciones entre el derecho natural prima– rio y el secundario. ¿Quién ha leído las pandectas eternas, y el título don– de se habla de este caso? ¡Espíritu de sistema, tú trastornas la verdad, y te atreves a ser el intérprete de los arcanos de aquel Señor que puso lími– tes a nuestras luces! Mas no fue en los hijos de Adán únicamente la aprn– bación de esos matrimonios. Caín y Seth tienen hijos: no casan los primos hermanos entre sí, los vínculos se forman entre hermanos. De aquí la di– ferencia de los hijos de Dios, y de los hombres. Esta separación era del agrado de la divinidad, y así que cuando las razas se mezclaron, resultó la corrupción universal. Si los hijos de Seth se hubieran casado con los hijos de Caín, la mezcla se hubiera hecho desde la primera generación. Leemos en el Génesis la época en que se ejecutó, y no hay duda que estos segundos matrimonios tuvieron en su favor la voluntad del autor de las leyes natu– rales. Si damos fe a los escritores más antiguos, hallaremos el matrimonio entre hermanos practicado por algunos hijos de Noé. Sabe V. Paternidad reverenda que creen muchos que después de la injuria que recibió este se– gundo padre de uno de sus hijos en el estado de embriaguez, se apartó con su esposa en distancia de su antigua familia, y fue a poblar los países que hoy se conocen por la China. Esto quiere decir que tuvo muchos hijos que se casaron entre sí, y aquí un hecho muy grave que prueba mi opinión. La ley natural debió ser tan clara en Noé como en Adán. Por uno y otro se había de transmitir a las edades posteriores, y para ello era de justicia que el Señor avivase la luz en esas almas. Si conociese este anciano adorador del Ser Supremo la prohibición natural de mezclarse los hermanos, no se

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