Los ideólogos: Cartas americanas

CARTAS AMERICANAS 469 vaciones, con unas muy pequeñas diferencias en uno que otro artículo de él, y poniendo sí por la gran mayoría, la calidad precisa de que S. E. el Li– bertador sea el Presidente Vitalicio de esta República; y aunque la provin– cia de Tarapacá no ha pronunciado su opinión por falta de luces, según se expTesa, está sometida a la deliberación del Gobierno. Jamás ha debido esperarse que otros fuesen los votos del Perú a presencia de la admirable producción del Proyecto. En el estado actual de ilustración de esta República, ¿cómo no penetrarse de que aquel fija las relaciones recíprocas entre el pueblo y el gobierno: que a ambos les indica los medios de sostenerse, apoyarse y favorecerse mutuamente, determinan– do la esfera de los diversos poderes, que les da el lugar que les toca, que designa la acción de los unos sobre los otros, y finalmente que reune todas las circunstancias que la más sublime política puede exigir para una Consti– tución liberal y perfecta? ¿Pues como no sancionarlo aprisa para afianzar la libeTtad y gozar la felicidad que ofrece como cierta? El Perú es idólatra de su libertad, es sensible y sabe lo que le conviene, y lo que debe: él ha sancionado pues el proyecto de Constitución que se le ha presentado, y hoy puede estimarse por su opinión propia y espontánea; y tanto más, cuanto con el mayor entusiasmo las corporaciones civiles, eclesiásticas y militares y los pueblos en común, han aclamado de diversos modos el indicado pro– yecto, y no sólo se han lisonjeado con él, sino que nombrando Presidente al padTe de los pueblos, al garante de la libertad y del bien, le han tributado agradecimientos infinitos por sus desvelos, y por el grande interés que ma– nifiesta la incomparable obra de la ley fundamental que se ha trabajado en favor de los peruanos. Mas esta corporación no debe entregarse ahoTa a tratar estas mate– rias; porque sería exceder los límites de su encargo, que parece concluido con haber expresado sencillamente el resultado de las actas de los colegios electorales, después de haberlas examinado y contestado prolijamente. Así que teTmina, y devolviéndolo todo, espera que V. S. lo eleve al conocimien– to del Supremo Consejo. Dios guarde a V. S. Pascual Antonio Gárate - ]osé Durán - Juan Gualberto Menacho - Isidro de la Perla - Martín Magán - Mariano Manjarres - Cosme Agustín Pitot - I gnacio Cabero y Salazar - Hipólito Domínguez - Antonio R odríguez - Juan Manuel Campoblanco, S. P. - Blas ]osé Alzamora, S. P. - Manuel Muelle, SecretaTio.

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