Los ideólogos: Cartas americanas

474 MANUEL LoRENZO DE VrnAURRE ben, arreglarse el patrio y el canónico. Por eso juzgué; que el patrio, canó– nico, y la economía política, debían dictarse en cuadernos, que contienen el núcleo de lo que hasta ahora se ha escrito sobre estas ciencias. Nada de derecho romano. Esta es una ilustración que tomará el estudiante, cuando haya concluido. Es entonces que debía comenzar la pTáctica forense, re– partidos los jóvenes en los estudios de los mejores abogados, y asistiendo en la mañana a los tribunales. Cuando se hubiese finalizado la filosofía, los alumnos del colegio podían elegir entre la jurisprudencia, según lo ob– servado; o el estudio de la química, mineralogía y botánica. Estas cien– cias que apenas se han conocido aqiú por sus nombres, es en extremo útil el introduciTlas. Nuestros ricos minerales, nuestros montes llenos de ár– boles y plantas benéficas, son fiscales que acusan de continuo al perezoso español. A su inercia natural se acompañaba el reprobado designio de no querer que los americanos adquiriesen aquellas luces, que con tanta facili– dad podían recibir siendo tan ricos en talentos. La taquigrafía es muy con– veniente, ella podTá tener lugar en las horas de descanso. No convenía en teología escolástica. Los que habían de seguir la carrera de la iglesia estudiarían filosofía, derecho natural y de gentes, derecho constitucional, cánones, concilios y escrituras. Los misterios no se han de poner en cues– tiones. Es menester creerlos sin indagarlos. Los domingos están señalados para la lección del catecismo de Pouget, y esto basta. Pero si los profesoTes han de enseñar según lo contenido en la lista, los citaré para. el martes 21 a las cuatro de la tarde y será la primera junta. Se Tepartirán las horas de enseñanza. Aquí se reunen mis dudas. ¿Esos señores podrán asistir tres veces al día en la mañana, tarde y noche? ¿Irán una. sola vez? Esto causaría un grande atraso. Deben los niños estar de continuo a la vista de sus maestros. Es increíble lo que se adelanta con esa triple asistencia. Si se reducía a. un solo acto, y ese de una hora, no alcanzaría ésta para que se repitiesen las lecciones. Quedaba yo también privado de examinar los trabajos de los que asistían en la mañana por impedírmelo el tribunal. Los señores que enseñasen, han de saber que no es la pasada época, cuando un ol.dor era el juez del colegio. No se recordaba su nombre, sino al tiem– po de remitiTle la injusta anual asignación. He de hacer advertencias, to– mar la palabra, instruir a los niños, velar sobre el cumplimiento de los maestros. Me he propuesto que éste sea mi único placer, mi única aspira– ción, mi único recreo, lo que asegura a V. S. su muy atento, seguro servi– dor. - Sr. Ministro de Estado en el despacho del Interior. M am1tel Vidaurre.

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