Los ideólogos: Cartas americanas

24 lVIANUEL LORENZO DE VIDAURRE gorio El Grande declara la nulidad, y sus voces se repiten en los concilios. Son los primos hermanos sujetos al castigo, aunque el mismo San Agustín hubiese llamado el acto lícito, y legítimo, Atanacio y el Alejandrino. Las consecuencias son funestas: los esposos para quienes era desagradable el vínculo, abandonan al momento sus obligaciones; los que tenían ínteTés en sostenerlo desprecian las censuras. Los que eTan en un siglo impedimentos dirimentes, después fueron impedientes. Los parentescos se distinguieron en tres clases, de sangre, afinidad y espirituales. La iglesia de Roma dispensa en ciertos casos, y en otros los particulares Obispos. Son la fuente de grandes riquezas para todos. No hablo con la superficialidad que se nota en- algunas obras. El Arzobispo Larreguera fue un santo, y vendía públicamente estas gracias : no tengo noticia que su sucesor haya variado la costumbre, pero si la apli– cac1on. Aquel digno prelado todo lo destinaba al culto y a los pobres. D. Bartolomé de las Heras a sostener la guerra civil, y a mantener soldados que asesinan a sus mismos compatriotas. El ha adquirido dos grandes cru– ces en lugar de las cadenas que ataban a San Pedro. Los ángeles se las quitaron a éste: otro género de ángeles le quitaron a nuestro arzobispo las cintas azules y amarillas. Cuando no hallo una ley de Dios que declare prohibidos los matrimo– nios entre hermanos: cuando los hallO' aprobados en las escrituras; respeta– dos en los pueblos más antiguos, no reprochados, ni por Moisés, ni J esu Cris– to, y comenzando la prohibición por Teodocio y por los Papas, que forman impedimentos y los dispensan a su voluntad; no será un error que me per– suada que la ley es únicamente política, y en este caso justa. No deben obrar en ella ni decretales ni concilios; no es un punto que corresponde a la religión sino al estado. El mayor desorden según el primer filósofo jurist a depende de la mezcla entre las civiles, y las que corresponden al dogma y al culto. Tenga el altar su recinto donde no toque el laico. Quede libre el gobierno de la república de la intervención del ministro sacerdote. Llénen– se las funciones por sus respectivos magistrados, y la distinción de los códi– gos haga más pronta y fácil su observancia. Prohíbanse los matrimonios por los reyes entre personas que abusa– rían de la licencia desde los más tiernos años. Prohíbanse porque impiden aumentar las relaciones, y hacer más general el interés público. No por– que sea el medio de fortificar la especie, unirse la sangre y castas diferentes. Esta fue una ruín sátira contra la ilustre casa de Borbón. La política exige que se unan las personas más distantes, pero ella misma dispensa en muchas circunstancias. No en aquellas de q~e se valió Carlos V para tomar por concubina su misma hermana. El bien del estado será la pTÍmera regla en una alianza ventajosa, en la seguridad de un comercio lucrativo, en el au– mento de la población.

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