Los ideólogos: Cartas americanas

CARTAS AMERICANAS 25 Me he difundido más de lo que pensé: es preciso disculparme: cuan– do escribo a vuestra Paternidad reverenda me figuro que lo tengo presente. Esta idea me deleita de tal modo que era capaz de no abandonar jamás la pluma, si los importunos no me impidiesen estas delicias, aunque no podTán quitarme el placer de ofrecer a vuestra Paternidad reverenda mi amor y mis respetos. CONTESTACION SOBRE EL MATRIMONIO DE HERMANOS Viernes. Mi amado Amigo: ¿Qué concepto se tiene de un religioso que viste de un modo diver– so que los demás ciudadanos? Sin duda de un ser que en nada conviene con ios demás del siglo. Estoy por confesar la justicia de la presunción. El modo de educaTnos, los hábitos distintos a que nos contraemos, la dife– rente clase de pasiones que nos animan, casi ponen una línea divisoria con los seglares. Con todo, la regla admite excepción. En los claustros hay muchos que cultivan el espíritu, y saben distinguir la religión de la supers– tición, la buena filosofía de la impiedad. No me glorio de haber hecho grandes progresos aunque tTaté de ilustrar mi alma. Nuestra corresponden– cia dará a conocer lo que he adelantado. Convengo con usted en que el matrimonio entre hermanos no es prohibido por derecho natural. Dios es inmutable, lo son también las leyes que dicta. Aunque algunas veces toleró el abuso, nunca expresamente lo determinó. Las razones propuestas por usted son decisivas. Puede usted añadir a los ejemplos el de Abraham casado con Sara su hermana, hija de su padre, aunque no de su madre, como se dice en el capítulo 20, del Gé– nesis. Hasta aquí estamos convenidos. Lo somos también, en que la pro– hibición es una ley justa del derecho público. El gobierno debe encargar– se de todo lo que conduce a la mayor utilidad del cuerpo social. Cuanto más se dupliquen los lazos entre los ciudadanos, será más grande el amor que Tesulte, y por consiguiente el bien común. Me opongo a usted en lo respectivo a creer que sin justicia la iglesia toma la mano en estos matrimonios y arregla los impedimentos. Juzgo a Ud. de buena fe, y así no me parece entrar en la prueba de principios. Esté el gobierno de la iglesia en el pontífice o esté en los obispos, lo que hay de evidente es, que este gobierno es necesario. ¿Y para qué lo es?

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