Los ideólogos: Cartas americanas

504 MANUEL LoRENZO DE VmAURRE CIRCULAR CONVOCANDO PARA EL CONGRESO Enero 28 de 1827. Circular núm. 52 a los señores Prefectos. Sr. Prefecto. Nada ha deseado el gobierno con más ahínco Y an– sia, que ver a los pueblos de la República bajo la garantía de una ley fun– damental, que siendo la expresión de su querer, consolidase la paz y tran– quilidad entre sus habitantes. Estos han sido sus votos inviolables, Y que le ponen hoy en la necesidad de reunir el cuerpo constituyente para que calme con su decisión las dudas de los virtuosos y honrados ciudadanos, que poseídos de un celo loable por la libertad, le han representado que el proyecto de Constitución para Bolivia no ha sido aceptado con la solemni– dad y plenitud que demanda la sanción de la Carta, que debe reglar las relaciones de los ciudadanos con el gobierno, y de que se derivan las leyes civiles, reglamentos y cuanto concierne al interés, orden, y prosperidad in– dividual. Para arribar a este precioso resultado, no se presenta otro me– dio más natural, justo y adecuado, que la reunión de un Congreso general, en que la nación representada legalmente en su universidad, exprese por sí misma, y no por facciones aisladas, distantes y sin misión legítima su vo– luntad verdadera e incuestionable, exenta de temor y coacción que la dirija a iu pesar a constituirse de otro modo del que más le convenga en grado. Y conviniendo el Excmo. Señor Presidente del Consejo de Gobierno con lo acordado en la acta celebrada el día de ayer por los vecinos más notables de probidad y de saber, a nombre y en presencia del pueblo de esta Capi– tal, no ha trepidado en disponer que se convoque el Congreso para el día primero de mayo en los términos que previene el supremo decreto que ten– go la honra de acompañar a V. S. La voz del deber y del amor patrio hará conocer a V. S. la vital im– portancia de esta resolución, de cuyo obedecimiento pende la salud del Es– tado, la observancia de las leyes y la consolidación del orden público. La más pequeña demora en su ejecución puede comprometer la responsabilidad de V. S. ante la nación y acarrearle males de funesta trascendencia. Pero sobre todo, recomiendo altamente a V. S. que los pueblos gocen de absolu– ta libertad en sus elecciones; que se aleje aun la sombra del temor en sus sufragios, y que la seducción no las turbe o extravíe; pues que el gobierno es llamado a proteger esencialmente este derecho, que es la salvaguardia de los principios sociales, a enmendar los defectos que se inculpan a la Cons– titución jurada últimamente, y a disipar los recelos que podrían suscitarse sobre el valor y espontaneidad de los actos populares para el nombramien– to de sus representantes a Congreso, en el modo y forma prescritos por la

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