Los ideólogos: Cartas americanas

516 MANUEL LORENZO DE VIDAURRE RECIBIMIENTO DE LUNA PIZARRO Mayo 7. Amigo mío: el primer romano a quien se le concedió el honor del triunfo, sintió el placer más vivo que pueden proporcionar nuestros seme– jantes. El hombre moderado no es indiferente a los cultos. El amor a la gloria es una cualidad inherente a las grandes almas. No es un vicio, por– que tampoco lo es el pensamiento. Dichoso el pueblo que obre siempre poT esta noble pasión. La desgracia consiste en que el crimen usurpa la re– compensa a la virtud. Aplaude el pueblo con igual gritería al hipócrita y al santo, al defensor y al tirano, al Dios que alimenta, y al que devora sus propios hijos. Dijo muy bien Plutarco: el signo más engañoso del apre– cio del pueblo para los príncipes y reyes, es el exceso de los honores que li:P. )es defiere; el amor y el temor se equivocan en los modos con que se ma– nifiestan. Hay una regla de crítica que nunca falta. ¿Al que se aplaude es fuerte y poderoso? Debe dudarse, si a las expresiones acompañan los sent1m1entos. ¿Es un igual, a quien no se teme, y de quien no se espera? Es difícil que se desdigan el corazón y los labios. Luna Pizarro a quien se contempla el Catón peruano entró en triunfo el domingo 29 del pasado. Lo traje desde el puerto en uno de los trenes del palacio. Lo acompaña– ron algunos carruajes, y un pueblo numeroso lo esperó con música en el primer óvalo de nuestro gran paseo. Batían las banderas, y el sonido de los instrumentos alternaba con los infinitos palmoteos y vivas. Las ca– lles eran cuasi intransitables por el concurso. Los balcones estaban adoT– nados con exquisitas colgaduras y coronados de personas del bello sexo. La alegría de los semblantes manifestaba, que era sincero el regocijo. Ha– bíamos dejado el coche y veníamos a pie en medio de la multitud. Así continuamos hasta palacio, donde el presidente Santa Cruz tenía prepara– do un soberbio banquete. ¡Cuánto enfUTecería esta pintura al general Simón! Veía en gloria al hombre que más abomina y detesta. No son estos los festines de la Universidad y comedia en que se gastaron más de cuarenta mil pesos. Son las expresiones que consagra la gratitud al que no pudo ser seducido con halagos ni promesas. Este fue el día de las exequias del príncipe vitalicio. El martes 1 Q le dí una comida. Asistió el gobierno, y al obsequiado le supliqué que convidase a sus mas fieles amigos. Fue mi intención, que ninguno pudiera desagradado. Esta es la invención mas fina: cuando se hace un regalo de esta clase, dejar al que se ofrece la elección de las perso– nas que quiere le acompañen. No hago la pintura de la mesa; sabe U. mi gusto en esta parte. Los manjares estaban sazonados a la francesa, a la italiana y a la criolla. Los primeros apenas fueron tocados; los del país

RkJQdWJsaXNoZXIy MjgwMjMx