Los ideólogos: Cartas americanas

518 MANUEL LoRENZO DE VrnAURRE CARTA AL GENERAL BOLIVAR Mayo 15. Excmo. Sr. General Simón Bolívar. General: la deidad de la opinión aun no os ha arrojado del templo de la gloria. Vuestros heroicos hechos existirán por infinitas generaciones. Los sucesos del Perú son un frágil polvo sobre las tablas, que no. podrá bo– rraT las firmes letras. Sólo vos sóis tan fuerte, que podéis hacerlo: destruíd– las si queréis. Vuestras virtudes las imprimieron; vuestros vicios las obscu– recerán para siempre. Los verdaderos amantes de la América tenemos aún en suspenso el amor y la admiración. Coriolano y Camilo, Condé y Ture– nne tomaron las armas contra su Patria. La desgracia es morir como Mo– reau entre los ejércitos enemigos. Viles aduladores, vapores pestíferos for– maron una nube que cubrió el sol del Nuevo Mundo. Está cubierto, pero no en el ocaso: aún alumbra. Si Luzbel hubiera tenido tiempo de meditar, no hubiera perdido su belleza. Os ofrecí llegaría la época en que se conociese, que ni vos teníais me– jor amigo, ni mi Patria ciudadano mas fiel. El movimiento de 27 de ene– ro probó lo uno; lo otro, toda mi correspondencia. TTabajaba por mante– ner vuestro heroísmo, como una perfección que a todos nos correspondía: os quise grande, pero no a costa de la libertad de mi Patria. Es pTeciso que dejéis las Américas. Imponeos el ostracismo; dictad la ley, ejecutad– la. Sois ya un ciudadano peligroso: lo habéis dicho muchas veces. Un le– gislador antiguo se expatrió hasta la eternidad, porque su código no se re– vocase. Expatriaos para que la América meridional permanezca libre y tranquila. Ya se os teme; está muy cerca el aborrecimiento. No hagáis de modo, que no pueda decir con sinceridad, que sois la criatura que más ama entre todas las que existen vuestro humilde S. S. Q. B. V. M. Manuel Vidaurre. MANIFIESTO El pueblo Peruano humildemente postrado ante las naciones civili– zadas, implora que se le juzgue con desinterés y justicia. Sostenido por el noble orgullo de una conciencia pura, hace frente a la mordacidad, a la calumnia, al dolo. No reconociendo por superior a ningún Estado extranje– ro, defiende su honra sin que poT eso solicite protección ni apoyo. Va a entrar en el número de las grandes familias, y no quiere que sea con la in– fame nota de ingratitud. En sencillas cartas se manifiesta cual fue su reco-

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