Los ideólogos: Cartas americanas

CARTAS AMERICANAS 521 bién lo es, que la República entera, aun cuando hubiese hecho mil juramen– tos, tenía potestad de revocar, destruir, anular. La nación peruana lo ha hecho; la nación peruana lo ha hecho con justicia. Pónganse argumentos de palabras; no pueden sostenerse en princi– pios. Una Constitución es el pacto de los ciudadanos entre sí. En las Re– públicas democráticas, a diferencia de las monarquías constitucionales, no se contrata con persona señalada, es recíproca la obligación. Si todos la rompen ¿quién la reclama? Es cosa natural que las cosas se desunan del mismo modo que se vincularon. La voluntad general formó; la voluntad general destruye. N adíe es ofendido. Si se dice, que el general Bolívar era presidente vitalicio, inviola– ble y con facultad de nombrar sucesor: que adquirió un derecho y que quiere sostenerlo: Colombia sería lá primera a enfurecerse en este caso. De nuestro seno, diría, ha salido un monarca absoluto que hoy usurpó la libertad peruana, y después invadirá la nuestra. _ Se unirá la Grecia entera no contemplándose ningún estado en seguridad. No era la guerra de una potencia con otra, era la de un caudillo cuya patria era su espada, cuyos conciudadanos eran los cómplices de la criminalidad. No se ,guardarían las reglas del derecho de gentes: era el caso preciso de poner precio a su cabeza. Que sensible es este acontecimiento. ¡Qué placer para los españo– les! No, antiguos tiranos: las repúblicas americanas no están en guerra, no la tendrán jamás. Finalizarán sus disputas por tratados sin que se de– rrame una sola gota de la sangre que tanto aman. No se duda sino de un hombre solo, y no se puede decir en realidad, sino que se duda. El pue– blo peruano ha querido presentar a la faz del Universo el orden arreglado de sus procedimientos. Se le quiso esclavizar, sacudió la cabeza antes que se le impusiese el yugo. Entró en el ejercicio de su soberanía. Está insta– lado un Congreso legítimo por la elección libre de los pueblos. Es jefe de la República el ciudadano por quien anhelaba la nación. Su código polí– tico es concluido, y muy pronto será sancionado. Sus comunicaciones abiertas y de buena fe con todos los estados del antiguo y Nuevo Mundo. Su gratitud invariable para con Bolívar como libertador. Sus ejércitos muy prnntos a resistirlo, en caso que quiera invadirnos. La unión mas perfec– ta entre los departamentos y entre los ciudadanos. Nada pudo conseguir la seducción. El Perú sólo desea para su perfecta felicidad que los Esta– dos viejos aprueben los primeros pasos de su infancia, le consientan alter– nar con las potestades constituidas, y le auxilien de continuo con sus luces y conocimientos.

RkJQdWJsaXNoZXIy MjgwMjMx