Los ideólogos: Cartas americanas

SOBRE RELACIONES CON ESTADOS UNIDOS Guayaquil, 30 de Diciembre de 1823. Excmo. señor Presidente Libertador, Simón Bolívar. Mi más admirado señor Excmo: Yo vivía en Filadelfia, después que renuncié al serv1c10 español, sin gozar de aquella tranquilidad que es general a los habitantes de esas frías regiones. La voz de mi patria, los clamores de mi familia, las injusticias de los tiranos turbaban un sosiego, que en diversas circunstancias debía ser feliz. No me atrevía a dejar mi asilo, porque siempre temí que las divisio– nes americanas fuesen un obstáculo inseparable a su dicha. En medio de estos contrastes, los papeles públicos anuncian que V. E. en persona toma a su cargo la grande empresa de nuestra libertad. Entonces mi espíritu abatido se anima, y sin detención me acerco a un país, que si no había re– nunciado, veía en mucha distancia el pisarlo de nuevo. En la dilatada travesía experimenté los males inherentes a diversos climas, las incomodidades de los mares, las fatigas de la dilación. Mis dis– gustos desaparecen con la halagüeña esperanza de ver a V. E. y hablarle de cerca sobre las bellísimas disposiciones de aquellos lugares que aún no se han publicado independientes. ¡Pero ha de morir fuera de Grecia Temís– tocles ! Y o no puedo pasar al seno de la guerra, porque mi edad y profe– sión me hacen inútil al ejercicio de las armas. Remito con pena los adjun– tos papeles que el señor Carreño me entregó para V. E.: yo hubiera que– rido ser el conductor. No puedo omitir cuanto este dig·no militar anhela porque V. E. le consienta pasar al Perú, para sacrificar por nuestra sagrada causa los últimos1restos de su casi destruida persona: el exceso de su entu– siasmo y valor superan a lo que ha perdido de su físico. Yo no ví jamás en mejor unión la actividad, la moderación y el celo. PoT sus insinuaciones, el Cónsul americano ha ofrecido poner en Pa– namá 3,000 fusiles para fines de febrero: será muy sensible que la falta de caudal retenga la remisión, que hoy la juzgo más que útil necesaria. El benemérito ciudadano José Esteban Baraona que había pasado a Jamaica comisionado por el Gobierno peruano a comprar el armamento, dio poT se– guro el pago. Si no1se apronta el dinero en oportunidad, será éste un gol– pe terrible contra nuestro naciente crédito.

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