Los ideólogos: Cartas americanas

CARTAS AMERICANAS 527 el Ponto. Racine entre abrasados arenales, distraído con las atenciones de un viaje, atendiendo a una numerosa familia, debilitado su físico con enfer– medades, y su espíritu con ingratas pasiones, jamás produciría ni la Bere– nice ni la Phedra. Cuando esta última fue mi situación al componer el presente manifiesto, sus defectos han de ser innumerables. Los conozco: el amor de mí mismo ha. desaparecido con los años: hablo de mí con aque– lla indiferencia que lo haría de un extranjero. El manifiesto no es una obra acabada en el estilo; lo es en el patriotismo que lo inspira. Yo concuno con mis cortos talentos, en el tiempo desgraciado en que nada es peor que la fría apática indolencia. Si en una espantosa tempestad la nave está expuesta a sumergirse por el impulso de los vientos y la agitación de las aguas, todos corren a socorrer en la maniobra, que puede salvar la existen– cia general. Poco ayudan las débiles manos del anciano y del niño, mas lo que falta a sus fuerzas lo suple el virtuoso ejemplo : el robusto dobla el vigor en su presencia, y el tímido no se atreve a descubrir su cobardía. Yo hubiera quedado oscurecido en lo interior de mi casa, si el Perú se hallara en el glorioso estado que tuvo el año de 21: este fue mi ánimo al sepaTarme de Filadelfia. No podía sufrir el rubor de venir a ocupar un puesto, cuando en nada había servido a mi Patria. Hoy que estamos ex– puestos a no tenerl a; hoy que fuimos vendidos a nuestros enemigos; hoy que la opinión decayó por el abuso de los jefes, yo me presento en claro día, y me ofrezco sin reserva a seTvir con aquellas luces que pude adquirir en mis dilatados viajes y en la cercanía de las Cortes. EspeTo que V. E. reciba mis generosas y sinceras protestas, y que ocupándome en aquello que me considere apto, me tenga al mismo tiempo por su más seguro servidor, Q. B. S. M. Excmo. señor. Manuel Vidaurre. BOLIVAR Y SU AMOR POR LA JUSTICIA Excmo. señor Dictador del Perú. Señor Excmo.: Trujillo, Mayo 19 de 1824. La Corte de Justicia del Norte se instaló ayer, según lo dispuesto poT V. E . Cuando la gratitud peruana eleve a V. E. una columna más su– b lime que la que adorna la plaza Vendome, entre sus trabajados relieves aparecerá este grande acto de política.

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