Los ideólogos: Cartas americanas

48 MANUEL LORE zo DE V IDA URRE vador. El alma inocente de D avid en los primeros años fue muy agitada. La venganza contra nn enem igo ingrato, que le debía la corona, y quería corresponderle quitándole la vida, debía ferment ar en su corazón. Contra P~ta agria levadura solícit a entonces el auxilio Después de su pecado horrible debió qued ar en la mayor debilidad. Es este el efecto necesario de la culpa. T emía a cada momento repetir su crimen, y ocurría por el socorro al que podía prestarlo. Estos enemigos in– teriores quería ver destrozados. Decía por eso, cría en mí un corazón lim– pio, renueva mi espíritu, líbr ame de los sanguin arios, mi lengua te alaba– rá. Agregaré a lo dicho que el modo de explicarse de los hebreos es muy distinto del nuestro . Su lengua es una especie de poesía, y en ella abun– nan sobre manera las figuras. Es imposible tomar el sentido literal abso– luto sin incurrir en grandes errores. La prueba la tenemos en el libro de Job. Aunque los hombres más ilustres han decidido, y aunque los concilios hayan declarado, que ésta no fue una persona figmada, como pareció a algunos; lo cierto es, que de es a historia verdadera se formó ese canto hebreo que equiv ale a un poema. Los contrastes, las pinturas, las ponderaciones, la elevación, la ternura, to– do, todo califica este concepto. Pero tomémoslo a la letra y digamos algo sobre él. Cuando maldice el día en que fue concebido y aquél en que na– ció, se ha de entender por exageraciones hiperbólicas. Entre los hebreos, la maldición equivalía a la infelicidad, como la bendición a la felicidad . Perezca se entiende cuando se habla del día, como si dijese, que no es dig– no de memoria o de un aniversario. De est e modo mismo se explicó tam– bién Jeremías. Un hombre constituído en lo sumo del dolor, oprimido por unos ami– gos que parece se propusieron desesperarlo, sostenido de una conciencia rec– ta y justa, que no le recordaba ningún delito, creyéndose en abandono ab– soluto del Dios de misericordia, ¿es mucho que profiriese alguna palabra como de queja o poca confianza? ¡Pero ah! Que pronto vuelve en sí. El cree que ha pecado: implora el perdón, y se contempla causa de sus mis– mos males. Quisiera no haber nacido. Si: por no h aber ofendido a su Se– ñor. Desespera de la salud del cuerpo, pero no de la del alma. En la re– surrección general se promete una recompensa supen oT a todos los bienes que ha perdido. Job hablando con Dios me parece una esposa con su casto amante, un hijo con su padre, un amigo con el más fino amigo. ¡Pequé! enséñame como he de satisfacerte. ¿Por qué no me diste u na gracia capaz de vencer mis perversas inclinaciones? Quita de mí las iniquidades pues t e es muy fácil. ¿Cree usted que este modo de sentir es desagradab le a Dios? Por el contrario el Señor aprobaba las Jam ntaciones de este varón de penas . Le

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