Los ideólogos: Cartas americanas

CARTAS AMERICANAS 49 enseña le dirige su palabra, le da a conocer en lo que ha errado, y Job hu– mildemente se postra delante de su benefactor. Medite usted las lecciones de estos hombres ilustres. ¡Cuánta re– lación con el estado presente de usted! ¿La calumnia, la persecución, la falsa amistad, la pérdida de los intereses, la indocilidad de una esposa, la separación de los hijos, oprimen el corazón sensible de usted? ¡Oh que males tan momentáneos y tan cortos! Hemos de ver ese día que comen– zará para no acabarse, en que el justo recibe la doble recompensa de sus padecimientos. Entonces estaremos entre David y Job, y diremos con ellos: mi alma se alegra en su creador y la gloria se esparce por todos los miembros de mi cuerpo. Entre tanto llega esa épora de felicidad, seré de usted su amigo y capellán que su mano besa. SUMISION A LA PROVIDENCIA Noche del Domingo 8 de Junio. Me han dejado, amigo mío, unos cortos momentos los importunos que turban la soledad, único bien que apetezco. Necesito rehacer mis fuer– zas agobiadas en conversaciones hipócritas, donde tengo por lo común que disimular mis verdaderos afectos. ¡Quién me diera el nido de un pájaro en el desierto, unos dátiles para sustentarme, y un riachuelo que saciase mi sed, cuyo continuado curso, me fuese un ejemplo perpetuo de las vicisitu– des humanas. ¡Hombres, hombres, os compadezco, veo vuestros crímenes, no os abomino, pero quiero vivir en la mayor distancia de vosotros! Mu– jer, hijos, parientes, allegados, en todos registro la inconstancia, el interés, la ingratitud. Dios santo, ¿para qué me creaste? ¿Para qué me sacaste de la nada? ¿Por qué en eterno olvido, no quedé entre los innumerables se– res posibles que no tocó tu mano poderosa? ¿He de vivir para ser el blan– co de la envidia, el juguete del astuto cortesano, la irrisión de mis feroces enemigos? Mis manos abiertas para el pobre, mis vestidos que cubren al desnudo, mi mesa franca al indigente, mi pronta pluma a quien necesita de mis luces, ¿no me servirán jamás de escudo contra la calumnia, la per– secución, los planes seriamente meditados de mi ruina? Seré de aquí en ade– lante un monstruo; abusaré de la edad del pupilo, apropiándome sus bie– nes; perseguiré a la viuda para doblar su desolación, no respetaré al ancia– no; me haré un tigre contra la humanidad entera; y aspiraré a su destruc– ción: estos serán mis sentimientos. Mis placeres los formaré en ríos de sangre: una crápula vergonzosa sucederá al cuchillo; me formaré un cora– zón nuevo que reúna el de Tiberio y el de Sila. Esto haré si continuo en la odiosa sociedad. Temedme; dejadme volar; habitar quiero con los bru-

RkJQdWJsaXNoZXIy MjgwMjMx