Los ideólogos: Cartas americanas

CARTAS AMERICANAS 71 Todo esto fortifica el pensamiento de usted. Le daré aún más gran– de valor. Yo no hallo que los apóstoles fuesen bautizados. No obremos por conjetUTas. Cristo fue bautizado con el bautismo de San Juan. Este era una oblación de los antiguos, signo de penitencia. El precursor le dice Mesías, que era más conforme que él lo bautizase. Le responde, que no conviene que sea de ese modo, y el bautista también queda sin bautizarse. Esto es lo que consta de los evangelistas, y lo demás, es una interpretación voluntaria. Yo contemplo que la activa caridad de aquellos santos sirvió de bautismo. Esta misma idea me conduce al raciocinio siguiente. ¿Qué caridad más fuerte, que la del gentil, que ama a Dios y a los hombres? Todos los teólogos convienen en que el maTtirio, sirve en lugar del bautismo, o usando de los términos de la escuela, es una especie de bau– tismo. ¿Y este privilegio de la fe lo negaremos a las obras? Si un indivi– duo que no hubiese oído jamás hablar de Jesu Cristo recibiese la muerte, como Sócrates por sostener la unidad de la esencia de Dios, ¿no será un mártir? Si esta proposición se me niega diré abieTtamente que se defiende más la humanidad de J esu Cristo que su divinidad. ¿Y lo que produciría la muerte en ese gentil, no producirá una vida evangélica a la que llamaré verdaderamente cristiana aunque le falte el nombre? El que obra según el Evangelio sin que se le predique es para mí más digno de mérito que el que lo practica habiéndosele enseñado. El tomarse en las escrituras indistintamente las conjunciones. Y .. . Y O, como podría explicar en una disertación muy larga, pudo motivar el rigor con que se toma el texto, si alguno no hubiese vuelto a nacer por el agua y el Espíritu Santo no entrara en el reino del cielo. Veneremos la ma– teria del sacramento, pero digamos, que el que hubiese recibido nueva vi– da por la divina inspiración ése seTá salvo. ¿Y en quién reconoceremos esos dones más perfectos que en el que obra en justicia? Si batimos a los pela– gianos y semipelagianos: si condenamos la doctrina de la razón o las fuerzas naturales, hemos de creer que un gentil que guarda el decálogo perfectamen– te obra con el favor de la gracia, ¿y el que en todos los instantes de su vi– da, se sujeta a la gracia no es un santo? ¿Y este santo será destinado, a los infiernos? Presumirlo es creer a Dios injusto y el Evangelio contradictorio en sus doctrinas. Ha corrido con una especie de libertad mi pluma, que me parece voy a sepaTarme de las resoluciones de la iglesia. No es así: ese gentil será bautizado. El conocerá a Jesu Cristo antes que la muerte cierre los ojos de su cuerpo y separe el alma, ¿y cómo lo será? Lo ignoro. ¿He de en– trar yo en los arcanos de Dios? ¿Continuamente no veo resplandecer su sabiduría en los medios de que usa para atraeT los pecadores a penitencia? Si esta es una bondad para los que lo ofenden, ¿cuáles no serán los dulces artificios, para salvar al que le obedece y ama? Concluyamos, si, el justo

RkJQdWJsaXNoZXIy MjgwMjMx