Los ideólogos: Hipólito Unanue

90 JORGE ARIAS-SCHREIBER PEZET no pocos miles se daba perdida y por cuya defensa me expu– se a ser comprometido personalmente, se formó una testa– mentaría pingüe que luego los varios sucesos de la Indepen– dencia destruyeron en la mitad o más de su valor. N? 6 Las diligencias de la testamentaría, con todos sus expedien– tes.. se han seguido en el oficio de Don Gerónimo Villafuerte y yo dejo en mi archivo tres tomos titulados Testamentaría de Don Agustín de Landaburu. En el primero, se expone y do– cumenta el estado de quebranto en que entraron a mi poder sus bienes y mis esfuerzos para repararlos o impedir su to– tal ruina. En el segundo, están las cuentas presentadas a la justicia, con su respectiva aprobación, en la que el juzgado me dio las gracias por el buen desempeño y legalidad que en ellas· se acreditaban. En el mismo segundo tomo se halla incluso, al fin, un cuaderno de gastos hechos después de pre– sentada y aprobada la cuenta general, en los que alcanzó a . la Testamentaría en veinte mil pesos y no hay de dónde pa– garlos, principalmente por haberse suspendido el pago de ré-· ditos de veinte mil pesos, impuestos en el Consulado, que de– bían haber servido para ir pagando los gastos sucesivos. N? 7 En el tercer tomo de la Testamentaría, se contienen los poderes e instrucciones que dejó Don Agustín Landaburu a sus apoderados cuando se fue para España. Entre el mismo libro se halla un testimonio de la Memoria Testamentaria de Don Agustín Landaburu y del Testamento que arreglado a ella otorgué yo en su nombre, en virtud del Poder para Testar que me confirió en esta ciudad en dos de enero de mil ochocien– tos, ante Don Santiago Marte! N? 8 Cuando Don Agustín Landaburu se embarcó para España, dejó dos hijos naturales nombrados Don Juan José y Doña Josefa, que encontré en tierna edad y procuré cuidar de ellos sin que nada les faltara para su educación y subsistencia, aún en los años en que estuvo su padre despojado de sus bie– nes por el secuestro de ellos. Por la cláusula 14 de su Me– moria Testamentaria, dejó de legítima a cada uno de ellos, diez mil pesos y según el estado que tenían entonces sus bie– nes, parece que todo lo que podía haberles legado. La niña, desgraciadamente, nació y se mantiene epiléptica y mientras vivió su madre se la mantuvo en su poder, dándole una me– sada considerable con que se sostenían ella y sus hermanos. Muerta la madre, está en la hacienda, donde cuido se le atien– da como a mi propia hija. A Don Juan José, se le dio educa-

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