Los ideólogos: Hipólito Unanue

o JORGE ARIAS-SCHREIBER PEZET los Cerros, y arenas que podian rechazar los rayos solares (4), el terreno circunvecino propio para absorverlos, la arboleda que lo hermosea, el Sur que, aunque blandamente, no ha cesado de ventear, son las causas benéficas que nos han preservado, no solo de morir sofocados, sino aun de aquellas epidemias, que en otros años hacen temible el Estío. Pero la sanidad que hemos gozado en él, no debe ser regla para que creamos desfrutarla igualmente en el Otoño. Nuestros humores no están en la misma disposición que á la entrada de la estacion presente. Se hallaban entonces depurados en cierto modo por la benigna influencia que experimen– tamos en la Primavera (S) , y con la humedad correspondiente para embotar la fuerza del fuego. El incremento y continua accion de este, á proporcion que abanzaba el Estio, los ha dexado de suerte que se encuentra hoy la sangre casi sin jugo, cargada de partículas terreas, alterada la cólera, y los sólidos floxos y dese– cados. Vivimos por el movimiento que hace circular los líquidos del cuerpo humano, y evaporar sus partes eterogéneas. El calor es su principal agente y conservador, siempre que no excede los límites que le tiene prescritos la Naturaleza para perpetuar la salud. En saliendo de ellos nos expone á una muerte inevitable, ó á varias dolencias que la preceden. Computado el de un hombre sano por el Termómetro de Fahrenheit sube á 96. grados, que siendo el principio en que se empiezan á corromper y liquidar los humores (6), no es creible obre con toda esta eficacia. El Ayre, autor y legislador de quanto próspero ó adverso acontece al cuer– po humano, arregla sus operaciones (7). Si este fluido que no cesa de bañarnos en todos los momentos del tiempo, fuera inal– terable acaso seríamos eternos. Moderando la actividad del fuego, ó animándolo en sus deliquios, la sangre circularia con el órden debido por todos sus conductos, y no sería perturbada la cantidad (4) Los habitantes de la Isla de Ormuz situada á los 27 grados de lat. Sept. en el tiempo de su Estio, estan lo más del día, y duermen metidos en el agua hasta el cuello, por no poder soporta r el incendio que causan los rayos del Sol repelidos por las rocas de sal que la rodea. Boerhave Elem . Chem t. I. p. 119. = Echare!. Dict . (5) Epidemia de catarros que de tiempo en tiempo suele repetir en las Primaveras, y á veces con bastante estragos: la última fue benignísima. (6) Arbuthnot siguiendo á Boerhave quiere que el calor á los 90. gra– dos pudra ya la clara del huevo: 1. c. pag. 76 . (7) Hipp . Lib . de Flat . núm . 8.

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