Los ideólogos: Hipólito Unanue

HIPOLITO UNANUE 15 apénas fue entrando la referida estacion, quando se presentó un sin número de fiebres pú tridas. Eran generalmente de Ja clase de las intermitentes, en especial tercianas, variando en quanto á su curso, é intension de los síntomas. Las mas aparecieron al prin– cipio baxo del aspecto de con tinuas, lo que es propio de las fíe · bres de Otoño por el calor que prolonga, y duplica sus paroximos (6) . Pero estas transformaciones no deslumbraban á los Clinicos sagaces, que atendían al carácter de la epidemia denotado por el resto de pirexias que guardaban exáctamente sus periódos, á las sensibles remisiones y exácerbaciones de las que se figuraban continuas, á las orinas la tericias, cuyas arenas representan las del ladrillo molido, y que sostienen sobre sí ttna pelicula, y á ciertas vibraciones del pulso peculiares á las fiebres intermiten– tes. Restaurando la índole de tales á proporcion que avanzaba el Otoño, las unas corrían con benignidad hasta su término: otras aumentaban sucesivamente la violencia de sus paroxismos, pre– sentándose al cuarto mor tales: otras finalmente entraban desde el primero amenazando arruinar la vida. Entonces padecía esta en todos los órganos cuyas funciones la sostienen. El cerebro era acometido de un sueño profundo, ó de una vigilia pertinaz: los ojos aparecían roxos, ó relucientes como el marmol: y la cara toda descompuesta era el original de la que describe Hipocra– tes (7). La lengua muy puerca, hedionda el halito, una gran opre– sion en todo el pecho, el pulso freqüente, abatido, ó con dureza y señales de inflamación; y dolor ó fatiga vehementísima en el estómago, principalmente en su parte superior. Las orinas varia– ban su aspecto general en crudas, claras, ó muy encendidas. El vientre se hallaba estreñido, y si asomaba alguna evacuacion era biliosa y pestífera. Las mugeres histéricas padecían violentas con– vulsiones en todo el cuerpo: síntomas mortales, que explicando su fuerza en los accesos febriles, se rebaxaban algun tanto en la intermision. El origen de ellos dependía de un aparato de humo– res corrompidos principalmente la colera, que ocupaban las pri– meras vías, desde cuyo centro esparcían su maligno influxo, ó contaminando Ja sangre, ó conmoviendo los nervios. Por fortuna el veneno no hizo el extrago, que amenazaba: y si ha perecido alguno, no sería seguramente del número de aquellos que fueron socorridos oportunamente por nuestros Profesóres esclarecidos. (6) Sidenh. scct. 1. c. S. Boerhave aph. 748 . (7) Hipp . Pracnot. 9 2.

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