Los ideólogos: Hipólito Unanue

24 JORGE ARIAS·SCHREIBER PEZET siparlo una moderada cantidad de mistela mezclada con otro tanto de aguardiente; mas sin el menor efecto, pues el dolor s igu ió sucesivamente aumentándose hasta por la noche; en ésta fué so– corrido por un pu lpero, en cuya taberna vivía con tres ayudas y la aplicación de algunos ladrillos calientes sobre el lado adolo– rido. Aunque el vientre correspondió copiosamente, el do lor, lejos de disminuirse, creció con tanta fuerza, haciéndose sentir princi– palmente de la terni1Ia :xifoides a todo el hipocondrio izquierdo, que el miserable enfermo, buscando cuántos recursos le ofrecían s us angus tias, se hizo poner un peso de una arroba sobre el estó– mago, sin que Ja opresión sirviese para otra cosa que para aumen– tar sus fatigas; siguió luchan do con ellas hasta las cuatro d e la mañana, en que fué conducido al hospita l de San Andrés. S. Presentóse en éste con la respiración muy difícil, pulso pequeño, precipitado e intermitente, conatos vehementes, pe ro ineficaces al vómito, dolor acerbísimo en Jos lugares referidos y el cuerpo cubierto de manchas amoratadas. Auxiliósele con los medicamentos emolientes y laxantes, ungüento de altea, aceite de almendras, etc. Siguiendo, no obstante, el aumento de sus congo– jas en la misma razón en que se le duplicaban lo s r emed ios; los deliquios, el sudor frío, la extensión d e las manchas amoratadas, la inflamación del vientre y todos los demás signos que preceden a la gangrena ocuparon los últimos momentos de su vida . la que terminó a las cuarenta horas de la invasión del d olor. 6. Todos los síntomas que hemos referido acompaiíarle, carac– terizan un cólico; enfermedad terrible, cuya idea no habiendo sido expuesta con unos mismos términos en los diferentes siglos que forman la historia de Ja medicina, ha origi nado la persuasión de que la ignoraron los antiguos y que sólo en los tiempos de Tibe rio César empezó a conocerse (2). S in embargo, repasando las Memo– rias de los primeros profesores d el arte, se descubre habe rla com– prendido en la descripción de Ja pasión ilíaca, voz que deducid a del verbo griego eileam, d eno ta muy bien las angosturas y constric– ciones espasmódicas de Jos intestinos, que son la causa próxima de los cólicos (3). Bajo de este nombre la d elineó Hipócrates (4), y (2) Plin.: Historia Natural, lib . XXVI, cap . I. (3) Cullen. (4) Vide Gorreum, verb. Kolike

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