Los ideólogos: Hipólito Unanue

1-/!POLITO U ANUE 27 Inmediatamente apareció el monstruoso colon, que habiendo inter– nado por el sitio referido, subía reclinado sobre el mediastino has– ta la primera de las costillas verdaderas, en donde doblándose vol– vía al baja r para salir al vientre por el propio lugar de la entrada Todo el retazo introducido en el pecho tenía cerca de tres cuartas de largo con doce dedos de circunferencia; de suerte que junto un ramo con el otro, componía un enorme volumen que, oprimiendo al pulmón, no permitía verlo. Fué para esto preciso levantar el enunciado intestino, en cuya acción se reparó que estaba libre y sin unirse a n inguna parte del pecho. Extraído de él y abierto a lo largo, se descubrió tenía muy estrecha su capacidad interior, pre– sentando sólo dedo y medio de diámetro y toda ocupada por una especie de borra pestilente que imitaba al vino rebotado. Así todo el aumento de colon se originaba del grueso que habían adquirido sus túnicas, con la detención de la sangre entre los vasos de ellas . Además de ser horrible la parte del colon, que vamos describiendo por las circunstancias expresadas, lo era también por la multitud de manchas moradas y negras que lo cubrían . 10. Registrado el segundo agujero, por donde entraban los intestinos delgados, se encontró de cuatro dedos de diámetro. Los intestinos y el mesenterio estaban reclinados sobre las costillas fal– sas y salpicados de una u otra pinta amora tada. Las demás vísceras del pecho conservaban sus sitios na turales y no presentaron cosa alguna digna de notarse . 11. Tal es la historia de las observaciones hechas en el cadá– ver de Francisco Agulla. Historia verdaderamente peregrina, a la que no hemos encontrado igual en los colectores de semejantes casos; si tal vez no lo es Ja que, según el testimonio de Haller, se describe en las Transacciones filosóficas (14). Su contemplación y el análisis de todas las conjeturas clínicas y fisiológicas que ofrece a un ojo atento y sagaz, dilataría demasiado nuestra pluma. Que– riendo contraerla, reduciremos los puntos más interesante a cier– tos consectarios generales. 12. Primero. Francisco Agulla falleció de un cólico, de aqué– llos que Sydenham nombre espurios (IS): esto es, de un colico ori- ( 14) Colica rara. flltesti11a i11 1horace111 tra11s/ata. Mc1hod11s st11dii me– die ., tomo If, pág. 54 . (15) Scct. I, cap . IV; sccl. IV, cap. VII.

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