Los ideólogos: Hipólito Unanue

HIPOLITO UNANUE 33 <lucido a esta ciudad, para servir de espectáculo a sus moradores el martes 1 ~ de mayo en la plaza del Acho. Basilio Huaylas, indio natural de la provincia de Castro-Virrei– na, de 24 años de edad, es casi de la propia estatura que el gigante Pedro Cano. Tiene de largo 7 pies castellanos, 2 pulgadas y algunas líneas. La distribución de sus miembros no está proporcionada. De la cintura para arriba son monstruosos . Tiene cerca de una tercia de cara, cinco sesmas en el ancho de la espalda, y tan largos los brazos que, estando de pie derecho, las puntas de los dedos de las manos tocan a las rodillas. De la cintura para abajo, se ha lla un poco desmedrado . La pierna derecha tiene una pulgada menos de longitud que la izquierda. Cuenta que en su niñez sufrió un gol– pe en la primera, y que de allí le proviene este defecto. En los gigantes, por lo común, los huesos de las piernas no engruesan a proporción; así no pudiendo sostener la grave mole de la caja del cuerpo, se encorvan y debilitan (3). Por esto el gigante Macgrat, según testifica Alberto Haller, era estevado y flojo, y el nuestro no tiene cara de ser valiente. No obstante lo delgado de sus piernas, sus pies pueden apos tar con los de Pedro Cano . El peso total de su cuerpo es de 14 1/2 arrobas. Una de las causas porque se duda de la existencia de naciones agigantadas, es porque no bastarían los vegetales a mantenerlas. Para cada individuo una manzana sería una guinda, y un melón, una manzana; así necesitaban tener las rentas del emperador Ma– ximino, cuya comida ordinaria era de 40 libras de carne y 36 azum– bres de vino; o que el resto de los moradores de la tierra se ocupase en echar guindas a la tarasca, como lo hacían los paisanos de un cierto glotón nombrado Albin, que comía sin descansar cien melo– cotones, diez melones, quinientos higos y doce docenas y media de ostras. Huaylas no es ae esta clase . Come regularmente y menos que la mayor parte de la infin idad de golosos que habitan esta capital . Es cierto que es indio, y que ésta es la gente más parca del univer– so, cuando se mantiene a su costa. No sabemos lo que será, si se acostumbra a ejecutarlo a la ajena; porque entonces, el indio más pigmeo, suele comer como un gigante. (3) Según el cálculo de Muschenbroeck, era preciso que el grueso de los huesos de un gigante estuviese en razón dupla del exceso que tuvie– sen en longitud para conservar el mismo grado de fuerza. (Véase la in– troducción a la flistoria natural del hombre, por monsieur Daubenton . Enciclop ., tomo l. )

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