Los ideólogos: Hipólito Unanue

HIPOLJTO UNANUI! 45 cias, le ha granjeado a usted la profundidad en el Análisis, la exac– titud en la Geometría el buen sentido en la Física, la precisión ert la Botánica, la penet ración y tin·o en la Medicina. Los célebres botánicos Ruiz, Pavón y Dombey, cuyos trabajos han sido dedicados a la memoria del presidente L'Héritier, se apresuraron cada uno por su parte, a consagrarle un vegetal. Las "Morenias", que se ven en una y en otra obra, están denominadas según todo el rigor de las leyes del Príncipe Lineo. La pericia y la sabiduría merecieron la erección de estos monumentos en el reino de las plantas, no la autoridad ni el valimiento. El Gobierno y la Universidad han premiado el magisterio de usted en las Matemát icas, colocándole en la Cátedra de Prima. Este sitio, que llenaron de gloria los Peraltas, Godines y Buen·os, no se deja ocupar sino por hombres dignos de suceder/es. Quizá el último en cuya escuela usted se formó, habrá oído desde el sepul– cro el justo elogio con que ha honrado su memoria, y si los muer– tos tienen noticia de las acciones de los vivos, no puede dejar de complacerle el acierto y honor con que la desempeña el discípulo. Como profesor de Medicina se ha adquirido usted el aprecio universal del público. Ora se considere como dogmático, ora como clínico ¡qué profundidad, madurez y extensión de conocimientos ert los dictámenes! ¡Qué tino y prudencia en el ejercicio práctico! Pero aun hay más; ¡qué compasión, qué blandura, qué interés a favor del afligido¡ Si puede decirse que el entendimiento del mé– dico está en sus manos por lo mucho que le sirven para el desem– peño de su ministerio, en las de usted se halla el enten·dimiento y el corazón; aquél aliviando las dolencias y éste socorriendo las ne– cesidades. Estas recom endables prendas tuvieron en el aprecio de mi carísima esposa aquel grado de consideración y estima que sabía dar al mérito. Hoy, desde la tumba, o/rece a usted, por mis manos, este voto debido a su virtud. Porque aun cuando haya fa– llecido el cuerpo, vive el ánimo inmortal, cuya excelente imagen, grabada altamente en mi pecho, domina después de su muerte con tan' absoluto imperio, cual le poseyeron en vida. Es, con su afecto cordial amante discípulo de usted. JOSE HIPOL/TO UNANUE. Lima, 1~ de Julio de de 1805.

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