Los ideólogos: Hipólito Unanue

HIPOLITO UNANUE 47 levantados los enormes cerros de la cordillera de los Andes, desde cuyas faldas a la eminencia se substituyen por grados todos los climas del Universo. Los calores que abrasan en los valles, van perdiendo su actividad a medida que se sube, y el vigor y produc– ciones del reino vege tal, variando y disminuyéndose, hasta encon– trarse, en las cimas, páramos helados en donde no pueden habitar ningún viviente. Así debe más bien aplicarse a los Andes, que a l Sannine o Líbano, lo que de éste cantan los poetas árabes: que liene la cabeza coronada del invierno, adornada la espalda de la primavera, que el otoi'ío reposa en su seno y que duerme a sus plantas el estío (2) . (2) En el globo terráqueo, la diferencia de los climas y \ ario aspecto de sus regiones, nacen de los diversos grados de latitud o distancia al Ecua– dor En los Andes, bajo de una misma la titud, aparece esta diversidad de temperamentos y producciones de la tierra por sólo la diferencia de al– turas. Cua tro zonas pueden d istinguirse en 'ellos: J•, la ardiente; 2~. Ja tem– plada; 3!, la fría; 4', la glacial. La primera corre al pie de los Andes, des– de las lla nuras, que se hallan casi al nive l marítimo, hasta cerca de 4,000 pies sobre él . En wdo el año va ría e l termómetro de Reaumur de Jos 16 a los 240. y se puede tomar el grado 20 por el que indica su tempe– ratura media . La humedad que acompaña a l calor en estas tierras bajas les hace productivas de densas y elevadas selvas, de flores y resinas aro– máticas. Aquí está la pa tria donde llegan a su perfecta maduración las plan tas americanas, y de países a rdientes. He aquí los s itios fcracisimos de América, donde, como dice Pombo, informe pág. 79, la naturaleza esta siempre en acción . La 2· zona comienza desde los 4,000 pies de elevación hasta cerca de los 12,000. La temperatu ra se halla entre 9 y 16·?, y su temple medio es de 13º, que forma el de Primavera u ÜLOiio, según se halla más alta o más baja En este benigno clima, los granos y pla ntas europeas crecen y pro– ducen con igual fertilidad que e l maíz americano; y se presenta aque l pa1s f eliz donde la 11at11ra/cza e11 sus l iberalidades, o por mejor deci1-, en sus profusiones, copia la i111age11 del Paraíso rerrenal. (Bouguer: Figure de la rerre, XXX.) Entre los 12 y 15,000 pies de elc\•ación está la zona fría. Aqu1 el aspee· to del país es enteramente diferente del que se presenta en los climas in– feriores . Todo lo que en é l se produce es de esta tura pigmea, pobre y mi– serable. La extrema Siberia y Kamskaka no tienen que envidiar, dice el ilustre Haenk, a los habita ntes de las cumbres del Perú. Estos son una nación de esquimales, de esta tura pequeña, de un color tostado por el fno, ojos pequeños y plegados a l canto externo, v la frente corta y poblada de pelo; y a quienes la próbida naturaleza doto de estas facciones del rostro para defender sus ojos del reflejo que causan las nic\·es en Jos r ayos so· la res, y para liberta rlos con la agudeza v perspicacia de u vista -de los frecuentes riesgos que se encuent ran en las ásperas breña y preci picios en que moran . El termómetro, en la estación seca de mayo, jun io , ju-

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