Los ideólogos: Hipólito Unanue

52 JORGE ARIAS·SCHRE IBER PEZET en nuestra costa han ido las aguas en disminución. Las conchas que se hallan al sur y norte esparcidas sobre sus colinas, y la com– posición de éstas, de arena y despojos marítimos, son monumen– tos que, con otras muchas señales, acreditan que no han pasado muchas centurias después del tiempo en que nuestros mares se internaban de dos a tres leguas, subiendo a más de 100 varas de altura sobre los cerros de granito, en que terminan las ramas des– cenuentes de la cordillera. 3. ¿Quién sabe si cuando estos valles estaban ocupados por los mares, formaría la Polinesia o Archipiélago austral un conti– nente con el Asia y que sería éste sumergido al retirarse las aguas de los llanos del Perú, y que, ganando los moradores en la inun– dación los picos más altos de la tierra, quedaron formadas las islas de la Sociedad y todas las demás que se ven sembradas en este vasto océano? Este pensamiento aclara el misterio de su po– blación, y explica el motivo del idioma general en tre aquellos islenos (6), conservado a unas distancias a donde no podía con– ducirles su navegación, ceñida a sólo lo que alcanzaba la vista (7). También podernos inferir a donde irían a parar las navegaciones que los antiguos peruanos hacían en balsas de pellejos de Jobos marinos a vela y remo, saliendo del puerto de Ar ica has ta perder de vista la costa. Acaso por aquel punto vendría Ja nación de los Airnaraes, que supo situarse en medio de los Quechuas, y conser– var por tantos siglos su lenguaje y costumbres, como si fuera una nación aislada, y no estuviera rodeada por todas partes de pue– blos que hablan el idioma general del Perú. Un examen y cotejo de las lenguas Malaya y Aimará, de las cuales la primera parece ser la original de los isleños del sur, podrá dar mucha luz a Jos (6) Cook: Voyage toivards tite soutli Po/e, vol. II, pág. 363 - Carlí: L ettres américaines, XXXIX . (7) Viajes de Quirós y Mendaña. El primero opina que toda isla habi· tada se eslabona al continente, o por una serie de islas, o de una cordi· llera oculta bajo el ma r. (H echos de don García Mendoza pág. 287). Bougainville ju zga contra Quirós, que Ja navegación de los isleños se extiende a mayor dista ncia de la que alcanza la vista . ( Voyage de /a Pe– rouse, tomo II, pág . 122, nota E). El 8 de mayo de 1616, avis tó le Maire, a los i s~ 20' la titud sur y 1,510 leguas dis ta nte de la costa, una canoa doble grande, navegando a vela y remo en donde por ninguna parte se descubría tierra. Llevaba varias fa– milias indias y parecía destinada a nuevos descubrimientos. ( Bumey, P. U , 384) .

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