Los ideólogos: Hipólito Unanue
54 JORGE ARIAS-SCHREIBER PEZET 3. Cualquiera que reflexione sobre el origen de donde vienen nue tras aguas potables, la calidad del terreno que forma el cauce del río y las tierras en que se extienden las aguas de regadío, que, filtrándose, hacen nacer sus vertientes, inlerirá que las malas cualidades que se les han atribuído, más bien penden del poc<.> cuidado en consenrarlas con la debida limpieza que de la natu– raleza de ellas. En los manantiales que aumentan el caudal de agua que sale de la atarjea, hay una porción de p lantas acuá ticas y despojos de vegetales en putrefacción, y no es raro el que se encuentren también de animales. Penetran la ciudad por atano– res pegados a sepulcros y cementerios, y por debajo de la multi– tud de balsas y charcos de nuestra desaseadísimas calles. El ro– daje incesante de carros maltrata continuamente las cañerías que van a poca distancia de la superticie, por lo cual las aguas que conducen se infeccionan de todas las impurezas que de ésta y Jos sepulcros se resumen con las aguas de las acequias destinadas por todas partes. Las fuentes de que bebe una ciudad deben estar aireadas, el fondo limpio de cieno y regado de arena, y arranca– das todas las plantas que puedan precipitar en ellas sus despojos. 4. Las aguas que riegan las calles piden celo en el Magistra– do que cuida de ellas; porque las balsas y lodaza les que forman, dañan la salud del ciudadano, infeccionándole, no sólo las aguas que bebe, sino también el aire que respira. Los despojos ele ani– males y vegetales que se pudren en ellos despiden un tufo mortí– fero (11), de donde nacen las calenturas intermiten tes, las pútridas y la frecuencia de asmas y otras enfermedades del pulmón. El Virrey d~~ Perú, don Francisco Toledo, estableció sabias orde– na·nzas pa1 ... el aseo y dirección de las aguas de la ciudad, movido de los males que entonces produjeron los charcos de las aguas derramadas y detenidas (12). Pero la más útil, sabia y vigorosa ordenanza, a Jo que más alcanza entre nosotros, es a que no se Ja coma Ja polilla en los archivos; suerte común a todos los climas cálidos. Por esto varios legisladores de Oriente, para mantener en bebida, la de Jos puquios de San Cristóbal, exhortando al Ayuntamiento que cuidase de su aseo. Las gentes de comodidad prefieren en el din las aguas que escupe el barranco de los Chorrillos, que destilándose al tra\'és de lechos de arcilla, arena y piedra, son cristalinas y de buen gusto. (11) Semejantes tufos se componen de hidrógeno, ázoe y ácido carbó– nico. Fourcroy, tomo III, pág. 14. (12) Mercur. Peruano, tomo VII, pág. 187.
Made with FlippingBook
RkJQdWJsaXNoZXIy MjgwMjMx