Los ideólogos: Hipólito Unanue
60 JORGE ARIAS·SCHREIBER PEZl!T S. Hacia el 14 de septiembre último, térmi no del frío, princi– pia la metamorfosis expuesta . El calor va paso a paso subiendo desde el gardo 13, que señala en el termómetro. El tiempo suele estar lluvioso y obscuro por la gran masa de vapores que arrastran los vientos australes, aumentados los flujos y evaporación ma– ritima (19). Pero conforme avanza Ja primavera ocupa la luz solar más espacio alrededor del mediodía. Las ga rúas o molliznas son más ligeras que en los meses anteriores, y se ciñen a la madrugada, y en esta alternativa se experimenta la estación más va ria del año en octubre y noviembre . En el último comienza el cielo a descu– br irse por la noche, y las estrellas, que, cuando llegaban a verse en los meses precedentes, aparecían pequeñas y a una distancia in– mensa, se acercan a nosotros por su claridad y brillo . 6. Cuando el termómetro señala el grado 17 ya sentimos bas– tante calor, y entre este grado y el 18 sucede el solsticio, que da principio al estío el 21 de diciembre . Los vientos del sur vuelven a soplar con fuerza, continúan por enero y luego suceden las cal– mas propias de esta estación . Ella es más igual que la primavera . E l termómetro prosigue ascendiendo desde el grado 18 hasta el 22, último aumento del calor a Jos setenta y cinco días del solsticio, y la transpiración del cuerpo humano, siguiendo el progreso del ca– lor, se convierte en sudores copiosos . En nuestros jardines se de– sabrochan las flores olorosas y esparcen su fragancia por la atmós– fera. Madura y se cosecha en los campos el trigo y están en su sa– zón las frutas jugosas y dulces. 7. La evaporación del Océano y la electricidad atmosfér ica son más fuertes en ésta que en las otras estaciones. Pero no per– cibimos a la vista ni una ni otra, porque la fuerza del calor volatiza y enrarece los vapores hasta hacerlos poco perceptibles. Así se ele– van a una gran altura, sobrepujan los montes y, condensados por el frio de la cordillera, descargan con ímpetu, en la sierra, el agua y fuego que levanta el sol en la costa. ( 19) Las mareas más fuer tes en el puerto del Callao acaecen en el tiempo medio, entre equinoccios y solsticios. Y entonces con la repenti– na obscuración del día, por la copia de vapores, se vé a menudo la reali– dad de aquella pintura de Homero: Quand le vent du midi par ses brouillards épais De la chaíne des monts obscurcir les sommets, Sur les guerets viosins la vapeur descendue Ramene au sein du jour la nuit ina/lendue. (Rochefort : llliad ., lib . III, vers. 9).
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