Los ideólogos: Hipólito Unanue

HI POLITO UNANUE 61 8. El calor sensible está en razón, compuesta de la cla ridad del sol y de las calmas. Caliente la a tmósfera, si no la renuevan sucesivas capas de aire, el calor, que en ella descargamos es poco, así sentimos bochornos y dardos . de fuego, en especial si el sudor se interrumpe; porque el sudor es un efecto de la evolución del calórico en las glándulas cutáneas, que reduce a vapores nuestros líquidos, y como los vapores arrastran consigo mucho calor, es efecto del sudor el refrigerio que sentimos a consecuencia de él . La variación diurna del termómetro es un grado, y cuando más uno y medio; la mitad asciende el líquido hasta el medio día, y la otra hasta las cuat ro de la tarde, en que se fij a, mientras que el fresco de la noche lo va bajando. Lo más fuer te del bochorno es entre dos y cuatro de la tarde. Aunque la atmósfe ra conserva por la mayor par te el carácter de su perpetua variación, el estío es el tiempo en que hay más días de luz llena, y en que las noches, prin– cipalmente a las inmediaciones del equinoccio, ofrecen el ciclo más hermoso del mundo . Entonces se hallan sobre el horizonte Orion y los Perros, la nave de Argos y la bellísima constelación del Centau– ro austral. 9. Luego que el sol pasa por el equinoccio para el norte se siente una estación distinta del estío . Las noches se man tienen cla– ras; pero se van obscureciendo los días y manifestándonos el frío , que aleja la causa del calor. Expresamos nuestra sensación con este adagio: "Mañanitas de mayo y abril, nadie las puede sufrir". Al fin del último mes los vapores están condensados; las neblinas cubren el cielo día y noche y la mollizna comienza. En los años humedos continúa esta constitución del tiempo, dejándose ver sólo uno u otro día el sol, hasta que, acercándose el solsticio, aparece de nue– vo este hermoso astro; los vapores se disipan en mucha parte, los días son varios y ca lientes y se forma el «Veranito de San Juan». 10. En otoño baja el termómetro desde el grado 20 a 19, que señalaba en el equinoccio hasta el 14 o 15, que indica en el solsti– cio. Nuestra transpiración insensible se reduce a menos de la mi– tad de la que teníamos en estío. El frío es bastante sensible, y se– gún algunos, aunque no tan fuerte, es más penetrante que el que se siente en los lugares próximos a la cordillera. Esta diferencia puede venir de que en estos sitios el frío ini ta la superficie del cuerpo, aumenta la evolución del calor latente y, constriñendo los poros del cutis, le refrena bajo de él, de donde nace cier ta especie de bochorno que se siente con el frío. En la costa el aire húmedo es el que causa el frío, y esta humedad, pegándose a la cara, ma-

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