Los ideólogos: Hipólito Unanue

HIPOLITO UNANUE 69 yor conglobación y densidad que adquieren las nubes del austro, reprimidas y enfriadas por el bóreas. Si lo que rarísima vez suce– de, después de bien cargada la atmósfera, sigue el sudeste soplan– do de noche con alguna viveza y el noroeste se adelanta, en este caso las nubes son desalojadas de la cordillera a la costa, y recibi– das por el noroeste se forman las tempestades de relámpagos, true– nos y rayos, que llenan de consternación a los habitantes de estos valles, por no estar acostumbrados a oirlas (31). 8. Concluyamos, pues, que tres agentes concurren a formar la lluvia de los valles, y que, según la diversidad con que obran en su combinación e intensión, se diversifica Ja forma de la lluvia. La mollizna es debida al soplo de los vientos aus trales y débil acción del sol; la garúa gorda al soplo de sur y nor te, faltando la acción solar. Y las lluvias y tempestades extraordinarias de estío a la combinación de los tres agentes en su mayor actividad. 9. Observación: el 8 de enero de 1800 observé, y es la única vez que por la mañana corría un viento sudeste suave. Al siguie':l– te día la marea fué muy fuerte en el puerto del Callao, y el día 10 bajó el agua del Rimac, indicio de que habían parado las lluvias en la sierra. Notó ya el P . Paulien que los vientos del este no son lluviosos en el Perú. Los vientos lluviosos son los del oeste, noro– este, sudeste y sur, y así luego que cambia más el sur al sudeste que al sudoeste el tiempo se pone vario. 10. El estío de 1804 fué muy caluroso. El termómetro subió a los 24~ . No corrieron noroeste ni sudoeste, y el sur entre día estaba en calma; pero a la media noche soplaba con fuerza, con– tra el orden regular, un viento sudeste, que continuó por muchas noches del estío y algunas de otoño, y en el sol ticio formó un hu– racán que extremecía las puertas. Empezaban estos vientos entre once y doce de la noche, y duraban hasta cerca de las dos de la mañana. Su efecto fué seguirse un año sumamente estéril de llu– via en la parte alta y baja del Perú. Como estos vientos se oponen al ascenso y reunión de los vapores marítimos sobre nuestra at– mósfera, lo que favorecen los vientos del ocaso, se sigue que siem– pre que en el estío y otoño no soplen vientos de este lado y corran del oriente, cuanto más frecuentes y fuertes sean éstos, ta1ito mayor debe ser el temor de la fal ta de lluvia, esterilidad y males que la acompañan. (31) 11 fait gronder sa foudre, 1111 effrayant tonnerre En tourbillons de feux vient silloner la ferre. (Rocheforl, lib. VIII, verso 130).

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