Los ideólogos: Hipólito Unanue
70 JORGE ARIAS-SCHRE!BER PEZET X Sobre el trueno y el rayo l. Entre la primavera y el estío toman rápido progreso las putrefacciones, con que la naturaleza disuelve unos cuerpos orga– n izados para que nazcan otros nuevos, y así Ja vegetación es más acelerada y frondosa; en el seno de la tierra se forman con más frecuencia los temblores, y a las noches de noviembre esclarecen repetidos relámpagos por el norte . Todo esto manifiesta que se va aumentando la electricidad en la costa, y en verdad que en estío se halla nuestra atmósfera muy electrizada. Pero los efectos de este aumento de electricidad no deben manifestarse en Lima, ni en los lugares de esta costa, sino en la sierra, cuya atmósfera está me– nos eléctrica, y cuya cordillera está sembrada de picos altísimos, que hacen el oficio de conductores eléctricos, para descargar los vapores empujados del Océano sobre ellos. 2. Concibo la atmósfera de esta costa como el depósito de la electricidad en el estío, o ya sea electrizada positivamente, entre tanto que la de la sierra lo está negativamente. Los vapores la van arrastrando de la primera a la segunda, y es descargada según la dirección que dan al rayo eléctrico las puntas de la cordillera y sus vetas metálicas. Así, aunque el fuego ruede por sobre nuestras ca– bezas, debe mantenerse serena nuestra atmósfera, sin sentirse el trueno, ni verse nunca en ella el rayo; mientras que se extremecen las cordilleras con los que les enviamos y vuelan allí por todas par– tes Jos relámpagos y centellas. Según las fábulas antiguas, Júpiter a rroja de lo alto los rayos en la otra parte de la tierra; en ésta es Neptuno quien los despide de abajo. Luego que en el otoño se de– bilita nuestra electricidad atmosférica, minoran los rayos de la sierra. 3. Cuando la faja comprendida entre el Océano y la cordille– ra es el doble más ancha que la que habitamos, como sucede del Ecuador para el trópico de Cancro, entonces como hay una atmós– fera muy dila tada sobre la costa, incapaz de estar igualmente elec– trizada, truena y relampaguea en ella . 4. Tal era mi modo de opinar, has ta que el estío de 1803 me enseñó que la causa principal de no tronar en esta parte del Perú consistía en no soplar vientos encontrados, ni haber el calor sufí-
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