Los ideólogos: Hipólito Unanue
812 JORGE ARIAS·SCHREIBER PEZET Padres de la patria, á quienes los representantes del pueblo han elevado á regirla: al daros nuestro sufragio hemos recordado el acto magestuoso en que por los mismos medios, y para los pro– pios fines, elegia a sus censores el pueblo antiguo y soberano de Roma (2). ¿A quién queréis, señores, elegir por censor? . . . Al que estando ausente hiera los ojos de todos con el claro resplandor de sus virtudes: y al que por la excelencia de sus cos– tumbres tenga la censura identificada con la vida. Porque aquél debe juzgar a sus conciudadanos, el que los edifica con su ejemplar conducta: sea juez de nuestros crímenes el que constantemente se 'ha librado de ellos, teniendo siempre una vida irreprensible. El prudente, modesto y grave, el amigo de los buenos; el enemigo de los injustos; el que desde su niñez aborrezca, cele y persiga los dcios públicos, que deshonran la patria. El que sea un verdadero dechado de la virtud é integridad, que adornaron á los grandes hombres que fundaron la república : a éste elegimos por nuestro censor, á este queremos todos imitar . Señores alcaldes y regidores este es el primer paso en que el p?Jeblo de Lima, va por su nueva constitución, á entrar en los de– rechos y prerrogativas que gozaron en el orden civil los ciudada– nos de Roma, en los tiempos gloriosos de su república . Vuestros nombres van a ser los primeros que se inscriban en los anales de es~a España ultramarina. Corresponded á nuestra esperanza, y no olvidéis que os han de juzgar las presentes y venideras generacio– nes; 'con qué dulzura, no repite hoy todo hombre de bien, el nom– bre de los virtuosos censores de Roma, aunque hayan pasado tan– tos siglos después de su existencia, y en nada les toquen, ni pertenez– can? La causa de un pueblo es la de todo el género humano: por– que á todo él interesa que haya habido hombres, que viesen por su felicidad, para que sirvan de estímulo, y original á los buenos, y de censores terribles á los malvados . (2) Cuida11 los censores del pueblo de formar el censo, anotando las familias los ancia11os, los hijos y bie11es que 1enga11: distribuyan al pueblo en diferentes partes para su mejor régimen. los templos, los caminos p1í· blicos, las fuemes, el abasto, la recaudacion de las rentas públicas, y el er a· rio deben es1ar bajo de su cuidado y vigilancia, para que no se arruinen ni disipen. Cel en las costumbres del pueblo: pro111uevan l os casam ientos, pre– firiendo l os padres de familia á los sol teros en todos l os car gos /1011rosos, como que soportan el más precioso a la república e11 la propagación y crian– za de sus hijos. Cic. de legib.
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