Los ideólogos: Hipólito Unanue

HIPOLITO UNANUE 829 AÑO: 1820 478 LOS MALES DE LA GUERRA CIVIL Y EL DEBER DE LOS ESCRITORES Alta seden/ civilis vulnera dextrae! (Lucan.) La guerra es el supremo de los males. La mejor dirigida deja en pos de sí desastres que no causarían las pestes, los terremotos, los incendios e inundaciones . Empero, de todas las discordias, la más cruel es la civil, o de los individuos de un propio Estado. En la guerra de nación a nación, no obrando las pasiones personales, se observa la de– cencia pública, se adoptan buenas maneras y tal vez se procede con tal delicadeza y miramientos, que el dolor de ver correr la sangre humana, se mitiga con observar la sensibilidad de los gran– des Capitanes que combatieron, los medios que emplearon para evitar la batalla y los excelentes discursos con que promovían la paz. En las guerras civiles, casi desde su principio, se desenvuelven los enconos y las enemistades personales, y lo que empieza por designios comunes, acaba en rencores individua les . No es bueno soplar con fuerza el hacha de la discordia; porque cuando su lla– ma devoradora llega a tomar fuerza, consume cuanto hay de sen– sible y prudente en el hombre y sólo le deja la rabia y la feroci– dad. Por esto se leen con horror las descripciones que nos deja– ron los antiguos de sus guerras civiles; y el corazón sufre al ver los estragos que causan en nuestro suelo las que tan desgraciada– mente nos están consumiendo . Desearía yo, ya que no me es posible extinguir estas violen– tas turbaciones, a l menos que, sin faltar a la justa y enérgica defensa, tanto por la pluma como por las armas, no se incendiara con denuestos todos los ánimos . Una cosa es levantar los pechos y hacerlos esforzados y heroicos, y otra cosa es encarnizarlos. Los deseos del Soberano para que esta guerra, si no puede cortarse, se haga lo más humana posible, dirige los míos; de suerte que todo papel que no esté escrito con estas calidades, no me pertenece.

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