Los ideólogos: Hipólito Unanue

HIPOLITO UNANUI! 831 en los malsanos valles en que hubo de acampar, tenía necesidad de todo? ¿Con qué socorrer una marina numerosa que tanto ha– bía trabajado? ¿Con qué pagar los transportes? ¿Con qué los su– plementos para conducir al ejército de Chile a las playas del Perú? ¿Con qué reponer los trenes y armas, etc., perdidos y arruinados en las expediciones a la sierra, y en armar guerrillas? La lista civil no se satisfacía, y era consiguiente que tampoco desempeñasen servicio activo los que se mantienen de ella. Así, a la falta de fon– dos, estaba reunido el abandono en las oficinas. A mi imaginación se presentaron todos estos objetos reunidos; y yo me creí incapaz de poder desempeñar el empleo con que se me honraba. En tal situación, poco podían servirme las luces ad– quiridas en los veinticinco años, en que desde fines del siglo an– terior me había ocupado en calcular los fondos públicos. Quise sacrificarme, sin embargo, a este servicio, en que me empleaba a nombre de la Patria, el fundador de su libertad; y apenas comenzab::m a proporcionarse algunos medios y a ponerse orden en la Administración, cuando la intempestiva bajada del ene– migo, en el mes de septiembre, originó la pérdida de los fondos acopiados e introdujo de nuevo el desorden con la escasez. La conquista de la Plaza de la Independencia abrió, con el pu<::rto del Callao, el giro del comercio marítimo. Mucho ofrecía la concurrencia de buques que aportaron a la voz de la fama de Lima; pero como el enemigo siguió ocupando nuestras mejores provincias y los miner::iles, abastecida Ja capital, presto minoraron los recursos que de allí debían esperarse. A pesar de tanto contratiempo, por una especie de prodigio, el ejército se ha pagado, vestido con decencia, equipado, asistido en sus hospitales y puesto en un pie numeroso y brillante. Se ha costeado una marina muy dispendiosa, en que la adquisición de las fragatas Prueba y Venganza, fueron de inapreciable importan– cia. La lista civil ha sido satisfecha, y pagándose sumas crecidísi– mas empleadas en cubrir las deudas que originó el transporte del ejército libertado1 de Valparaiso a Pisco. A pesar de tantos gas– tos no se ha puesto la menor pensión sobre el pueblo; siquiera para reemplazar algunas de tantas que la generosidad del fundador hizo suspender a su ingreso. El plan de la Tesorería general que presentó al Soberano Con– greso, manifiesta que se han gastado en el año, en los importan– tes objetos de que ha tratado, 2,747,070 pesos 4 reales, y no ha– biendo producido los ramos de ella, inclusos los donativos extra– ordinarios, sino la cantidad de 1. 302,464 pesos 3 112 reales, es

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