Los ideólogos: Hipólito Unanue

832 JORGE ARIAS-SCHREIBER PEZET visto que ha habido un déficit de 1. 444,606 pesos 3 1/2 reales. Para compensarlo era preciso ocurriesen, como acaeció, algunos recursos extraordinarios y se tomasen los que dictaba la previ– sión y prudencia . Las oficinas que servían a todo el virreinato se redujeron al pie correspondiente a la parte que existe libre; se minoraron los empleados, se pagaron puntualmente y se les obli– gó al trabajo con reglamentos severos. Se suprimieron estableci– mientos que sólo servían para consumir dinero; y se reunieron otros bajo una sola mano. Más de 50,000 pesos quedaron ahorra– dos por esta reforma. El Congreso sabrá proporcionárselo. El Estado no es rico porque tenga más o menos rentas; eso sí por la sagaz economía en manejarlas; de manera, que las salidas no so– brepujen a las entradas. Ni las rentas públicas, ni la economía en los sueldos de ha– cienda ni los recursos extraordinarios que se presentaron, fueron suficientes para satisfacer los gastos que crecían de día en día. Nuevos impuestos sobre el pueblo son los que ocurren en casos iguales; pero nuestros conciudadanos estaban incapaces de su– frirlos. 30,000 pesos se les pidieron de donativo al entrar el ejér– cito libertador, para atender a sus necesidades; y siendo esta can– tidad pequeña, comparada con la población, y habiendo corrido un año, no ha sido cubierta en su totalidad. En tales circunstan– cias, no quedaba otro camino que seguir que el que nos han se– ñalado las naciones ilustradas en iguales apuros. Es decir, la crea– ción transitoria de un banco de papel moneda, que supliese el di– nero efectivo que faltaba. Establecióse en enero del presente año, cabe de excelentes principios; se manejó con la mayor economía, y, a pesar de la opinión de los que le creían sin fondos, e incapaz de cumplir las consolidaciones estipuladas para el fin de cada cuatrimestre, se verificaron con suma puntualidad y en crecidas sumas. Con su auxilio, el Estado ha podido sostener sin angustia sus enormes gastos y han sido socorridas muchas familias honra– das, que en la escasez general ocurrieron a él, bajo de fianzas abonadas, para que, devuelta Ja cantidad tomada con un pequeño interés a favor del banco, cancelase el papel correspondiente y cesase su circulación, después de haberlas consolado en sus aflic– ciones. Incalculables eran las utilidades que además debían esperar– se de semejante establecimiento, luego que terminada la guerra, girara en grande por las provincias. Los planes estaban con anti– cipación trazados por ponerle fondos en todos los puertos y luga– res de mayor comercio. Mas este pueblo, no acostumbrado a otras

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