Los ideólogos: Hipólito Unanue

HIPOLITO UNANUE 833 monedas que las del oro y plata que nos dan los cerros, clamó por su extinción, cuando aún no pasaban el valor de 400,000 pesos los billetes, que de cuenta del Estado y particula res corrían en este numeroso veci ndario. Su excelencia el Supremo Delegado se vió en la necesidad de oir sus clamores y de ordenar, por supre– ma resolución de 13 de agosto, que se suprimiera el papel-mo– neda, sacrificando a este objeto los pocos ingresos de la renta del tabaco y parte de los de la Aduana. Son bien perceptibles las consecuencias que deben seguirse a la Hacienda pública. Tributos, comercio y minas han formado siempre sus principales ingresos; como que de cerca de 5.000,000 a que se ascendía el total de ellos, los tres se deducían de los ramos indicados, rindiendo cada uno 1.000,000 de pesos con poca diferencia. Su Excelencia el fundador de la libertad del Perú, mandó abo– lir los primeros desde su ingreso en el Perú. Era en verdad un impuesto que humillaba a los beneméritos indígenas. El comercio era un caos de confusiones en sus derechos, adeudos y cobros. Simplificáronse por el Reglamento de 23 de septiembre . Las operaciones de Aduana se expiden con más faci– lidad y el tráfico gira con menos trabas. El comerciante, incan– sable en especular sobre su logro, ofrece de continuo, al Gobierno, problemas que resolver. De aquí los diversos supremos decretos que han seguido a los reglamentos. Es de necesidad reunirlos y, rectificando algunos puntos de bas tante consideración, publicar– los en sis tema seguido; lo que no ha podido hacerse sino por partes en el primer año de esta nueva admin is tración. l..a Aduana, como aparece del estado de la Tesorería general, ha enterado 552, 166 pesos 5 3/4 reales, que no corresponden a 50,000 pesos mensuales. o obstante, por razón de otros pagos he– chos en ella, ascedieron sus productos a 895,978 pesos. Debe ob– servarse severamente en la economía rentís tica, no mandar nunca hacer abonos ni condonaciones sobre los derechos de Aduana . Todo acreedor a l Estado debe ser pagado en la Tesorería general; donde se lleva la cuenta de entradas y salidas de caudales, y pre– sentar el Balance al público mensualmente. Práctica es ésta que acredita el honor y pureza de su manejo y pone al claro los re– cursos y gravámenes de un Estado. Espero mejore cua nto antes nuestra actual posición; de lo contrario minorarán los ingresos en la Aduana. Ningún adelanto puede esperarse del tráfico terrestre, ocupadas las provincias y desolada la agricultura. Para el adelanto de ésta y abasto de la

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