Los ideólogos: Hipólito Unanue

HIPOLITO UNANUE 837 y generoso en pagar todas sus deudas, que así será dueño de la voluntad y las arcas de los demás. Tres géneros de bienes existían en esta Metrópoli que podrían llamarse mostrencos; los de la extinguida I nquis ición, los de los jesuítas expatriados, y los de censos de indios, con unos pocos pertenecientes a monjes Jerónimos (que no teníamos, pero que pagábamos, para que dviesen a Ja dis tancia de más de cinco mil leguas, en el yermo y helado Escorial). Todos estos bienes se han reunido en una sola Dirección; y por las razones que me ha remi– tido su Director, asciende el valor de ellos a 5.404,528 pesos 2 3/4 reales, y los réditos anuales a 152,069 pesos 4 114 reales. En el día se hallan muy menoscabados, por el deterioro de las fincas sobre que están impuestos los capitales; pero se restaurarán luego que termine la guerra. He visto esta nueva Dirección con verdadero afecto, ya porque su erección fue bien meditada, ya por el desti– no que se dab:i a sus rentas -de servir a la ins trucción pública de la capital y de las provincias. Si con anticipación no se cuida de Ja enseñanza de nuestra juventud, la generación venidera, aun– que libre, será muy inferior en las luces a la que lucha por serlo; y en este caso se habrán perdido nuestros sacrificios. A la probi– dad y a l saber están reservados el conocimiento y la observancia de las obligaciones y derechos que tenemos con respecto a noso– tros, y con relación a la sociedad de que somos miembros y la fir– meza de á nimo para conservarlos. Bien lo conocieron los ameri– canos del norte, cuando en los mayores apuros de la guerra por su independencia, celebraban el aniversario de ésta, dando grados literarios a la juventud estudiosa. La Tesorería de Lima, además del numerario sobrante de sus oficinas, recibe el de las administraciones de fuera. Sólo la de Trujillo es de consideración entre las que están libres. Mas esta provincia, ilustre por tantos títulos, no tenía lo suficiente para mantener al ejérci to, que con tanta gloria triunfó con nuestros hermanos de Colombia sobre las faldas del Pichincha y rompieron los grillos de Quito. Los astrónomos y geógrafos americanos levan– tarán un solemne monumento a la memoria de tan noble victoria, estableciendo por primer meridiano para contar las longitudes, el que pasa por el observatorio pichinchese; célebre en otro tiempo por el trabajo de sus sabios, y por haber sido el centro de reunión de los grandes astrónomos que verificaron a su rededor tantas y tan exactas observaciones y medidas, para notar el punto preciso del paso del Ecuador y el valor de su grado. ¡Qué hermoso es co– menzar la era de nuestra libertad con hacer partir del lugar cén-

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