Los ideólogos: Hipólito Unanue

848 lORGE ARIAS-SCHREIBER PEZET calidades, aunque se le suponga dotado de las mejores intencio– i;ies? el que unas veces sea el jugue te de malévolos astutos que determinen su juicio y sus operaciones donde quieran, en daño y ruina final de la República: y. que desconfiado otras de los conse– j0s y providencias más saludables, por no alcanzar su convenien– yia, una alarma infundada le precipite en actos igualmente perni– ciosos. Que no se miren estos reparos como objeciones al régimen democrático, aunque ·el gobierno peruano fue1 a el monárquico ab– soluto, no es menos cierto que debía protegerse Ja ilustración, cuando no quisiéramos hacer ante las naciones europeas el papel de las de la India u otro peor. Para afirmar el poder interior pue– de un cálculo mal girado conducir a sistemar la ignorancia: Ja res– petabilidad exterior exige conocimientos que no pueden estar arrai– gados en los agentes del gobierno sin que se ramifiquen más o me– nos hasta las últimas clases del pueblo . Los beneficios, pues, de las luces en general, y las exigencias, particulares del país concu– rren a su fomento, y sin que nadie tome a su cargo la recomenda– ción de este asunto no dudamos el que sea atendido cuanto debe con respecto a ' las ciencias' de profesión. Así, no ha sido nuestro intento ocuparnos sino de la instrucción que corresponde a Ja cla– se común, y es sobre lo que excitamos la consideración de los in– teligentes, adelantándonos <,t pr:oponer el proyecto que enuncia– mos . El uso recibido hasta aquí en la educación liberal de los ni– fíos, cualquiera que hubiese de ser en adelan te el ejercicio o pro– fesión, era hacerles sa!.tar de las primeras letras a los estudios for– mados para las carre,ras eclesiástica y forense: en cuyo la rgo trá– mite que empezaba por una lengua difícil, y era seguido de una filosofía bárbaramente metafísica o nímiamente ma temática, tra– tada en el mismo idioma y montada siempre en la controversia, de los pocos que lograban llegar al término, se encontraban mu– chos haber gastado su tiempo en materiás inconexas con sus des– t,inos futuros, mientras que l~s más quedaban cansados en el ca– mino. Los frutos abortivos ql\e se recogían de ese mal dirigido cultivo solían formar las provisiones más sustanciosas del pro– pietario, el negociante, el rentista, etc.: y el que arredrado de estas dificultades, por sí 'o por sus institutores, rehusaba acercarse a las aulas no tenía otro arbitrio para formar su razón, que darse sin dirección ni guía a una lectura vaga e irregular. Los inconvenien– ~~s pues que resultan de dirigir la educación literaria del comú11

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