Los ideólogos: Hipólito Unanue

852 JORGE ARJAS-SCHREIBl!R PEZET 482 FRUTOS DE LA EXPERIENCIA Al presentar al público este periódico jamás ha sido nuestro á11imo hacer alarde de una vana erudicción y lucir con la brillan– tez de discursos que no sean propios de las críticas circunstancias del día . La Patria ha estado en peligro, su suerte va a decidirse y con ella la América entera. Un ejército, el más respetable que !insta ahora se ha visto en este continente, lleno de valor y entu– siasmo, conducido por un héroe que en la escuela de la constan– cia aprendió a domeñar la fortuna, nos promete dentro de pocos citas la victoria y el término de nuestros males. La juventud co– rre intrépida a los campos de Marte, corre a participar de las glo– rias de esta inmejorable jornada. ¿Y nosotros, inútiles para el ser– vicio de las armas, quedaremos tranquilos espectadores de los pe– li~ros ajenos? No: desde nuestro pacífico retrete haremos siempre la guerra a los tiranos. Desde aquí descubriremos sus engañosas protestas: desde aquí animaremos a los pueblos a Ja justa vengan– za : desde aquí señalaremos a los verdaderos patriotas el oculto origen de sus males para que puedan evitarlos en Jo sucesivo. Y a~i como en la altura de los escollos que rodean a un puerto sus– pirado, a donde naufragaron otras veces las naves, se encienden luminosos fanales en las noches para avisar el peligro, y el pilo– to que desde lejos divisa la luz amiga se desvía de ella y se salva; a!d la experiencia de las pasadas desgracias debe enseñar a pre– cavernos de sus funestos efectos. Descite justiciam moniti deben gritar de continuo los hombres sensatos para encaminar a los pue– blos en la verdadera senda de su libertad e independencia. Volveremos a entrar en Lima después de tantos sustos y afa– nes; ¿pero volveremos dignos de la libertad, dignos de los bienes que ella promete o volverán con nosotros los vicios antiguos que nos han conducido hasta el borde del precipicio? ¿Volveremos a ver en medio de un pueblo virtuoso a muchos sumergidos en la molicie, y ofros aún llevando estampado en la frente el sello de una educación servil, rastrera? No se cosechan con mano ajena en el seno del ocio los frutos de la libertad. ¿Volveremos a ver entorpecido con empeños intempestivos el curso de la severa justicia para abrigar en nuestro seno áspides

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