Los ideólogos: Hipólito Unanue

856 JORGE ARIAS·SCHREIBER PEZET 484 DIA GRANDE Se acerca el día 7 de Agos to, día fausto a la libertad, aciago a los tiranos. En este día con la sangre española en caracteres indelebles se escri6ió la independencia de la república de Colom– bia en los campos de Boyacá. El héroe que allí se ciñó con los laureles de la victoria va a celebrar con nuevos triunfos este mismo día en las alturas de Jauja, libertando al Perú, y confun· diendo para siempre Jos últimos restos de sus opresores. Lleg6 el día grande de América: españoles temblad. Ya me parece que oigo el pavoroso estruendo del cañón que anuncia la batalla. ¡Ah quién pudiera desechar por esta vez el importuno peso de los años para mezclarse con los bravos que van a derramar su sangre por la patria, y partir con ellos el sudor y la gloria! Ved el orden y la serenidad con que marchan. El fuego que por mil bocas vo– m ita el enemigo no altera su constancia; en su frente llevan es– tamapada la seguridad del triunfo, y en su mano brilla la bayoneta, prenda segura de la victoria. Una noble emulación anima a las brillantes divisiones del Perú y Colombia; aquéllas arden por ven– gar las an tiguas desgracias, éstas por sostener el honor adquirido en cien campañas. Bolívar se presenta, y los vivas resuenan al compás de los bélicos instrumentos: el Angel de las batallas mar– cha a su lado, y su vista llena de espanto al español orgulloso. Mil claros abre ya la muerte en las filas del enemigo; la caballe– ría los pene tra, y siembra por todas partes la confusión y el ho– rror. Soldados de las Repúblicas: este es vuestro día: gloria e terna a los vencedores. La Patria respira, más aún no está libre del todo. Perseguid en su fuga a los miserables restos de estos cobar– des, los hijos de la libertad no descansan, y su valor se aumenta a medida de la dificultad de la empresa. Acordaos que estos mis– mos ahora cuatro meses os insul taban, vieron la debilidad de vuestras fuerzas, y no se atrevieron a provocarlas. En poco tiempo os habéis armado, sois superiores en número y disciplina y las nevadas cumbres de estas montañas no han arredrado vuestros entusiasmo. Aniquilad ele una vez esa infame raza de vándalos, que el cielo se ha cansado ya de sufrir, y la entrega en vuestras manos. La América austral será deudora de su libertad a vuestros nobles esfuerzos; y el Perú que después de tantas vicisitudes ha

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