Los ideólogos: Hipólito Unanue

HIPOLITO UNANUE 857 salido del caos en que yacía, no se cansará jamás de bendecir el nombre de sus libertadores, y de repetirlo a las generaciones fu– turas. ¡Libertad sacrosanta! tú que has sido tan vili pendiada hasta ahora en este suelo, ven, presencia el día de tus venganzas, y el de tu nuevo imperio. Tú dictarás nuevas leyes, análogas a nuestro clima, naturaleza y costumbres: a tu sombra brotará aquella pros– peridad, que jamás, puede alcanzarse bajo un extraño dominio separado de nosotros por inmensas distancias. Las leyes colonia– les, son las leyes que dicta el amo a su esclavo. Llegó la época tan suspirada de América: victoria, que la justicia Ja reclama; victoria bt1jo los auspicios del Dios de los ejércitos. * 485 SOBERANIA DEL PUEBLO ¡Cuántos daños no ha producido esta idea mal entendida en el curso de las revoluciones, y cuántas veces los facciosos, usurpan– do el nombre augusto del pueblo, alegando injustamente el dere– cho de su soberanía primitiva, han trasformado la faz de las repúblicas y sembrado el germen de la anarquía! ¡Nombres seduc– tores! cuántas veces habéis precipitado en el caos los estados más florecientes! ¡Ciudadanos! grabemos a ltamen te en el pecho estos funestos ejemplos, ilústrense los incautos, confúndanse los malva– dos, aclárese el verdadero sentido de estas palabras, y señálese de una vez los límites que la razón, la justicia, y el bien público le prescriben ¡Pueblo! respetad estas terribles barreras: postrados d~lante de éllas; has ta aquí llegan vuestros derechos; en su recinto encontraréis el orden, la prosperidad y la paz, si las traspasáis, no veréis sino horror, desesperación y miseria. No hay Patria sin gobierno, y no hay gobierno si una fracción cualquiera del pueblo se abroga a cada instante la facultad de mandar, facultad que sólo exis te en Ja masa general de los ciudadanos, y de la que se han C:csnudado cuando la delegaron en sus mandatarios y aceptaron el pacto social.

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