Los ideólogos: Hipólito Unanue

HrPOLITO UNANUE 859 ha impuesto y retiene otra parte de su soberanía primitiva que es la facultad de revisar y modificar este pacto, nombrando nue– vos representantes, con poderes especiales para este objeto, en Jos tiempos determinados por la misma ley de la constitución que gobierna . Sin la aceptación del pacto no puede existir gobierno alguno jamás; de tal manera, que los déspotas mismos se ven pre– cisados a recurrir a estos principios para sostener la legitimidad de sus tronos, aún después que los pueblos han sido conquista– dos por la fuerza o el engaño, y por esto establecieron proclama– ciones y juras. Vegeten en horabuena los sier vos a la sombra del trono de sus tiranos; adoren el ídolo que devora sus hijos como Saturno, y tiemblen de continuo por su existencia. El hombre libre bajo un régimen constitucional no obedec'' a los hombres si no a la ley, sacrifica la utilidad pública, y a su propia seguridad parte de sus deseos, para conservar ilesa en medio de sus semejantes la dignidad del hombre y de sus dere– chos . Es verdad que la soberanía radical y primitiva reside siem– pre en el cuerpo de la naéión, más Ja soberanía actual y en ejer– cicio está confiada a las autoridades superiores, en cuyas manos Ja deposita por tiempos determinados la asamblea nacional. Si Ja soberanía permaneciese siempre activa en la universalidad del pueblo, &abría dos verdaderos poderes en ejercicio, el de la masa común y el o tro de sus representantes; habría dos gobiernos, el uno demócrata y el otro representativo. ¡Qué laberinto, que caos tan espantoso! ¡Adiós orden, adiós seguridad pública e individual! Cuanto mejor hubiera permanecido el hombre en el estado pri– mitivo de la naturaleza, habitando los bosques y disputando a las fieras su alimento, que no viviendo en medio de una sociedad malhadada, temblando a cada instante incierto de su suerte, y vil juguete de los vicios ajenos. La necesidad de derrocar el régimen a rbit rario y reconquist!lr 1os derechos del hombre aniquilados por la fuerza, j ustifica en el principio de las revoluciones los movimientos particulares, y el pueblo reasume entonces su soberanía, pero son injustos y crimi– na les en el régimen constitucional, cuando están vigentes 1as ga– r3ntfas, cuando está en manos del pueblo afianzar su libertad por medios legales y cuando la constitución que él mismo ha dic– tado y que aceptó, lo escuda contra el poder a rbitrario, reserván– dole el derecho electoral, la facultad de dirigir sus quejas contra

RkJQdWJsaXNoZXIy MjgwMjMx