Los ideólogos: Hipólito Unanue

HIPOLITO UNANUE 867 eximirse de este tribu to. Nosotros, consecuentes a estos princi– pios, jamás dejaremos de hacer la guerra a la tiranía; y hasta el último instante, cuando las sombras de Ja muerte rodeando el fúnebre Jecho obscurecen el mundo a nuestros lánguidos ojos, dirigiremos los más fervientes votos al ser supremo por Ja segu– ridad y Ja paz de la República. Pero antes de interrumpir las presentes labores, nos parecería un crimen si dejásemos de manifestar nuestra gratitud al gene– roso pueblo de Colombia, a cuyos nobles esfuerzos somos deudo– res de la quietud que disfrutamos en este asilo, y a cuya sombra hemos emprendido este periódico. Nación virtuosa, cuna de Hé– roes, modelo de magnanimidad, y constancia. Tú que después de la lucha más obstinada de catorce años continuos, marchas ahora con paso magestuoso a la cumbre de la prosperidad y Ja gloria: tú oíste los gritos del moribundo Perú, y tus hijos acostumbrados a vencer tantas veces a los tiranos, volaron en su socor ro. Sin tus auxilios ¿cuál sería ahora la suerte del antiguo imperio de los Incas? ¿cuál sería con el tiempo la de toda la América? Escucha Jos votos de estos pueblos agradecidos: -que las visicitudes del tiempo jamás lleguen a turbar tu libertad y reposo, siempre feliz en la paz y victoriosa en la guerra: que las naciones todas te ad– miren y te respeten, y tus leyes sean siempre las protectoras de Ja humanidad y la justicia, mientras que el Perú, que por tu es– fuerzo ha recobrado la vi"da, marchará sin cesar sobre tus huellas p:ira llegar a la cumbre de la prosperidad y la gloria. Estos son Jos sentimientos que nos animan, y que estrecharán cada día más lo~ lazos de ambas Repúblicas; y ambas entonces servirán de ba– rrera a Ja tiranía. Y tú BOLIVAR, hombre extraordinario, nacido para ser el defensor de Ja libertad en este continente, en tiempo en que los déspotas europeos se han coaligado para desterrarla del opuesto hemisferio, holgaste al ver el fruto de tus victorias. Tú libertando al Perú, libertas toda Ja América: aquí fué donde nuestros anti– guos tiranos, como otros tantos Cíclopes, hicieron temblar tantas veces a la naciente libertad americana, y aquí se preparaban para esclavizarla de nuevo. Tú has venido, has triunfado, y el nuevo mundo respira. Marcha de victoria en victoria hasta extinguir los últimos restos del despotismo. Saciaste con tu noble ambición de nacer feliz a l género humano, que tu nombre pasará a las eda– des futuras con el distintivo más bello del hombre, con el gran– dioso título de protector de la humanidad. *

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