Los ideólogos: Hipólito Unanue

IllPOL!TO UNANUE 883 signos distintivos del país en que se acuñan. En mi anterior Me– moria expuse los grandes afanes que me costaba la reparación de la Casa de Moneda, arruinada por los españoles, y el sobresalto de no ver en su cuño otro busto que el de Fernando. Más ya fina– lizó, y circula en su lugar la moneda patria que reúne, con el va– lor representativo, Ja senciHez, seguridad y belleza, que son los pro– pios caracteres que deben calificarla . El Perú no es un país manufacturero, y más cuando la desas– trosa guerra ha extermi nado el ganado lanar. Sin embargo, no deben abandonarse, antes sí, procurar se mejoren los obrajes de tocuyos y bayetas de la tierra; pues las clases inferiores se visten de ellos, subsisten muchísimas familias con ese trabajo, y no hemos de estar sujetos al extranJero en lo que podamos proporcionarnos por nosotros mismos. En una de las guerras marítimas de los años pasados, en que se interrumpió el comercio con España, los pañe– tes y bayetillas de Va lles, Cuzco y Arequipa, suplieron, aún en las personas que visten con aliño, la falta de los géneros equivalentes extranjeros, y con el expendio mejoraron muchísimo los tej idos. El algodó-n, de superior calidad, abunda en toda la costa; el lino en Cajamarca y provincias vecinas; y para reparar la falta de lanas, el Consejo prohibió la matanza de madres en el ganado ovejuno, y Su Excelencia el Libertador, en las vicuñas. Luego que ha pasado la vista por todos los objetos que for– man la subsistencia y el régimen de Jos pueblos, es decir, luego que la sociedad está formada, se ocupa de las labores que la sos– tienen y se gobierna con leyes justas, debe, el que Ja preside, con– vertirla en su ornamento y aseo. Estos son los que caracterizan ios pueblos; y de la manera que el aliño en los individuos acredita, según Rumford, un alma bien puesta, y el desaliño un villano; ni más ni menos acontece con respecto a los habitantes de aquéllos. Así, con no pequeños cuidados y disgustos, se restableció la poli– cía ae la capital, mejorándola en cuanto a los ojos aparece; y con– forme a este gusto, ha sido el júbilo y pompa con que se han cele– brado los aniversarios de los triunfos de Junín y Ayacucho, y el feliz nacimiento de Su Excelencia el Libertador. Fuertes obligaciones tenemos para este gran Capitán que, des– de las orillas del Orinoco, vino a librarnos de la servidumbre y la anarquía . El Congreso procuró testificárselas en parte por el so– berano Decreto de 12 de febrero de 1825. El pincel, el cincel y el buril, son los nobles instrumentos con que se transmite en el lien– zo, el metal y la piedra, la memoria, las imágenes y las glorias de

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