Los ideólogos: Hipólito Unanue

886 JORGE ARIAS-SCllREIBER PEZET temala, Buenos Aires y Chile, y en todas se nota la cordialidad y el interés mutuo de sostener su independencia. Entre éstas van a colocarse las provincias de arriba, en que el Ejército libertador coronó sus triunfos y la independencia del Perú. Libre y espon– táneamente se han constituído en República, bajo el nombre pa– ra siempre grato y respetable de Bolívar. La ha reconocido el Con– greso de Buenos Aires, al que no muchos años ha las uniera el Gobierno español para formar un nuevo virreinato. Su Excelencia por su alto honor y delicado miramiento al Supremo Decreto de 23 de febrero de 1824 del nuestro, le ha reservado su sanción. Nosotros, peruanos como ellos, no podemos desearles otra cosa, sino el que sean prósperos y felices al abrigo de la sagrada égida a que con tanta prudencia se han acogido. Jamás las secciones territoriales y políticas en que nos separamos, originará la menor distancia en nuestros mutuos intereses y radical afecto. Comenzaron esta carrera gloriosa, y conforme se avance, se irá desenrrollando el cuadro de la dignidad, magnificencia y es– r lcndor, a que son llamados los países del Nuevo Mundo, que poco ha fueron colonias españolas. Las relaciones con las potencias del antiguo continente y la América del Norte, van estableciéndose por los cónsules que suce– sivamente llegan. Por el orden de los tiempos se han recibido, ba– j o el carácter de tales: al señor Guillermo Tudor, por la América del Norte; al señor Carlos Milner Ricketts, por la Gran Bretaña, y al señor Augusto Serruys, por los Países Bajos. Conforme al Dere– cho de Gentes, y los principios admitidos en las naciones cultas, el Gobierno ha procurado se les guarde los derechos y atenciones que les compete, y ha observado la política más delicada en las comunicaciones oficiales, en cuanto ha sido compatible con su dig– nidad y la justicia. El Perú, desde el momento que consiguió su in– dependencia, se ha conciliado en relaciones de amistad y comer– cio con todas las naciones del mundo. Respeta altamente sus so– beranos y constituciones, adoptando la que ha creído más análo– ga al alivio de sus necesidades y situación. La Constitución, en el artículo 82, estableció tres Ministerios: uno de Gobierno y Relaciones Exteriores, otro de Guerra y Mar i– na y otro de Hacienda; suficientes para el despacho de los nego– cios al tiempo de su publicación. Más después de la agregación de las provincias libertadas por los insignes triunfos de Junín y Ayacucho, y el aumento de giro y comunicaciones con las naciones extranjeras que ha producido su fama, no es posible que se desem-

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