Los ideólogos: Hipólito Unanue

HIPOLITO UNANUE 889 Salí por el norte, cubierto mi corazón de tinieblas más espesas que las de la obscura noche en que tenía que salir. Recordaba por una parte los prósperos principios de nuestra lucha, malogrados por desaciertos, rivalidades e intrigas; y, por otra, me afligí de la idea de la pérdida de la capital y que tal vez había dado el último adiós a mi familia y a mis amigos. El dolor me hacía repetir: en quo discordia cives produxit misero.J. Avanzaba en estas lúgubres meditaciones, cuando fuí sorpren– dido, junto con los que me acompañaban, por una partida de hom– bres armados y bien mon tados que hicieron crujir el aire con el estrépito de sus armas de fuego. Pronto fuímos saqueados y aban– donados. Quedé a pie, en un desierto de doce leguas que separa el valle de Lima del de Chancay; el estío caluroso y el enemigo en las inmediaciones. Mi situación era difícil a más de 60 años de edad; pero he aquí que aparece un excelente hombre, no fingido patriota, que me ofre– ce su propio caballo; éste es don Lorenzo Valderrama. La vista de un amigo en los trabajos es más plácida que la del mar tranquilo para Jos navegantes, después de una tormenta deshecha. Debí a este nuevo Pílades poder salir del peligro. • 493 EL CONSEJO DE GOBIERNO E l día 3 de abril de 1825, inauguré públicamente el Consejo de Gobierno, como Vicepresidente nato y Presidente en ejercicio, en ausencia del general don José de Lamar. Mientras el general Bolívar se ocupaba en organizar la nueva República del sur, igual empeño ponía el Consejo en la administra– ción de Ja capital y provincias que de él dependían. Desde ese día, principié un trabajo activo, para organizar la ad– ministración pública. Tuve la felicidad de poder vencer las dificul– tades de la situación, de pagar el ejército y los buques que sitiaban la plaza del Callao, las listas civil y eclesiástica, restablecer las co– municaciones y atender con la mayor exactitud posible a todos los servicios; mientras se obligaba a capitular a las fuerzas de la for– taleza del Callao, último y desesperado asilo de los enemigos.

RkJQdWJsaXNoZXIy MjgwMjMx