Los ideólogos: José Baquíjano y Carrillo

68 MIGUEL MATICORENA ESTRADA menta aquella activa llama, en que se enciende el celo de la re– putación, y gloria del monarca, ella en fin forma en V. E. por su beneficencia, y equidad al protector, y padre de los pueblos. De este modo ha satisfecho V. E. a los piadosos derechos de la san– gre a los que éxige, y funda el soberano en la fidelidad de los va– sallos, y a lo que éstos se prometen de un gobernador cumplido, de un héroe respetable. La justicia pues, hace el carácter de V. E. y ella es la que me inspira, la que alienta a mi voz, la que la ani– ma para que aplauda en V. E. al Varón Justo: Justo para si mis– mo; Justo con los demás. PRIMERA PARTE [5] La naturaleza, esa madre benéfica del hombre, no se apli– ca con igual cuidado a la formación de todos ellos . Por la distan– cia de los destinos, diversifica su atención y desvelo. Al hijo del común, que nace para el pueblo, le basta una virtud mediocre con que sostenga la obediencia, y sumisión que se le impone; así sin es– forzarse los produce, y su venida al mundo no excita su vigor y fatiga. Mas cuando se prepara a formar el heredero de una noble familia, sacude la inacción, se reviste del brío y el esmero, y los mismos conatos, que pone en movimiento convencen la importan– cia de la obra que medita. La Patria se apresura a recibirlo (5) desde el momento en que se descubre a la luz. Lo considera débil, y sin señal alguna que lo ilustre; pero augurando todo el esplen– dor con que ha de honrarla, se resuelve a continuarle las mismas distinciones, que ensalzaron su origen. No siempre tienen feliz su– ceso sus pronósticos, ni se cumplen con certeza sus vaticinios. ¿Cuántas veces el nacimiento de un indigno descendiente, forma la época infeliz del abatimiento de una casa, y el triste principio de su oprobio y decadencia? ¿Cómo asegurará pues, sus esperan– zas, cómo perpetuará sus dones, dignidades y empleos, si ese in– fante tierno y sin razón, no puede ofrecerle por garante de su vir- (5) Quando se descubre al mundo, dice Monsieur Marmontel, un infante de ilustre origen, pero débil, desnudo, e indigente como el hijo de un la– brador, yo creo ver a la Patria que se adelanta a recibirlo, y le dice: Yo os saludo: me sereis, pues, fiel, sereis valiente, generoso, y magnánimo como vuestros padres: ellos os han dejado su ejemplo; yo uno sus títulos y dig– nidades: doble razón para adquirir sus virtudes. Belisario cap. 7.

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